
Casi que de manera accidental llegaría este “crack” al fútbol argentino. Sucedió cuando jugaba para una delegación de la cruz roja que hacía presentaciones de fútbol para recolectar fondos que aportaran a la guerra del chaco entre bolivianos y paraguayos.
En una de esas, el gran Arsenio Erico dejaría maravillados a los dirigentes del “rojo” de Avellaneda quienes no dudaron un segundo en contratarlo.
Era entonces la década del 30 cuando los gauchos lo adoptaron como suyo , sin embargo esta revelación tenía a Asunción del Paraguay como su tierra de origen, allá por 1915 nacía y solo quince años después debutaría en el club nacional de fútbol.
Ya jugando para Independiente solo necesitaría de dos partidos para marcar el primero de 295 goles que finalmente convertiría, siendo una cifra insuperable aun en la actualidad, pues se encuentra en el escalón más alto de goleadores de la historia del fútbol argentino.
¿Sus cualidades? Eran muchas, gran regate, pegada formidable, un carácter que guiaba a sus compañeros al frente y a dar más de lo que podían, sin embargo atraía todas los gestos de admiración en el momento que se impulsaba para saltar a buscar un cabezazo, el mismo Di Estefano se preguntaba si algo especial tenían sus botines, pues a pesar de no ser el más espigado de todos, se elevaba como si tuviera resortes en la planta de sus pies, por esto se gano el apodo de “El Saltarín Rojo”.
En tres ocasiones consecutivas quedaría como goleador del torneo gaucho, así mismo, en una de estas, 47 anotaciones en un año lo dejarían también inscrito en los libros, además de títulos y reconocimiento como parte de uno de los mejores equipos de la historia, al nivel de otros como el mismo Santos de Pelé.
La selección Argentina lo quiso tener en su plantel para llevarlo al mundial de 1938, ofreciéndole una jugosa recompensa, sin embargo Arsenio respondería de manera certera que “no”, pues antes que cualquier cosa era paraguayo, por esto, el honor fue suyo, hinchas de ambos países recordarían siempre este gesto de patriotismo, respondiéndole con aplausos a donde fuera.
Este fue Arsenio Erico, un adelantado de su época que se ganó el respeto de los mejores, quedará en la historia como el mejor jugador paraguayo de todos los tiempos, aunque sus proezas fueran hechas muy lejos de su tierra natal.
"Erico es diferente a todos, a todo lo que vi. Un jugador notable. Todo lo que engloban, sin exagerar, las cinco letras de la palabra crack. Para mí, un malabarista de circo, un artista. Perdón, un gran artista"… Alfredo Di Estefano.
En una de esas, el gran Arsenio Erico dejaría maravillados a los dirigentes del “rojo” de Avellaneda quienes no dudaron un segundo en contratarlo.
Era entonces la década del 30 cuando los gauchos lo adoptaron como suyo , sin embargo esta revelación tenía a Asunción del Paraguay como su tierra de origen, allá por 1915 nacía y solo quince años después debutaría en el club nacional de fútbol.
Ya jugando para Independiente solo necesitaría de dos partidos para marcar el primero de 295 goles que finalmente convertiría, siendo una cifra insuperable aun en la actualidad, pues se encuentra en el escalón más alto de goleadores de la historia del fútbol argentino.
¿Sus cualidades? Eran muchas, gran regate, pegada formidable, un carácter que guiaba a sus compañeros al frente y a dar más de lo que podían, sin embargo atraía todas los gestos de admiración en el momento que se impulsaba para saltar a buscar un cabezazo, el mismo Di Estefano se preguntaba si algo especial tenían sus botines, pues a pesar de no ser el más espigado de todos, se elevaba como si tuviera resortes en la planta de sus pies, por esto se gano el apodo de “El Saltarín Rojo”.
En tres ocasiones consecutivas quedaría como goleador del torneo gaucho, así mismo, en una de estas, 47 anotaciones en un año lo dejarían también inscrito en los libros, además de títulos y reconocimiento como parte de uno de los mejores equipos de la historia, al nivel de otros como el mismo Santos de Pelé.
La selección Argentina lo quiso tener en su plantel para llevarlo al mundial de 1938, ofreciéndole una jugosa recompensa, sin embargo Arsenio respondería de manera certera que “no”, pues antes que cualquier cosa era paraguayo, por esto, el honor fue suyo, hinchas de ambos países recordarían siempre este gesto de patriotismo, respondiéndole con aplausos a donde fuera.
Este fue Arsenio Erico, un adelantado de su época que se ganó el respeto de los mejores, quedará en la historia como el mejor jugador paraguayo de todos los tiempos, aunque sus proezas fueran hechas muy lejos de su tierra natal.
"Erico es diferente a todos, a todo lo que vi. Un jugador notable. Todo lo que engloban, sin exagerar, las cinco letras de la palabra crack. Para mí, un malabarista de circo, un artista. Perdón, un gran artista"… Alfredo Di Estefano.