
“Tengo y me gusta trabajar y es por eso que escojo lo que esté disponible en ese momento”, así se justifica Bernd Stange, entrenador alemán, al ser cuestionado sobre sus elecciones a la hora de entrenar equipos de fútbol que, por cosas de destino, pertenecen en su mayoría a países gobernados (o que fueron gobernados) por dictaduras. “A mí me gustan los retos, pero Liverpool, Manchester United y Bayern Múnich no me han llamado a dirigir sus equipos”, agrega Stange.
Bernd nació en plena Guerra Fria, en 1948, con una Alemania dividida. A Stange le tocó nacer en la RDA comunista. Fue un discreto jugador de fútbol, su carrera, como la de tanto ‘rodillón’, terminó a causa de una lesión. Pero fue como entrenador que Stange se hizo un nombre en Alemania Oriental. Fue en el Carl Zeiss Jena, equipo que hoy juega en la cuarta división alemana, pero que en la RDA era de los clubes poderosos de la extinta Oberliga, donde Stange se hizo un nombre como director técnico; de allí su carrera fue en ascenso: dirigió al seleccionado sub 21 y fue el técnico del equipo mayor de la RDA entre 1984 y 1988.
Con la reunificación de Alemania llegaron nuevas oportunidades de trabajo. Así que el Hertha Berlín fichó al entrenador para competir en la Bundesliga. Pero la reunificación también trajo consigo la desclasificación de muchos documentos de la RDA. En uno de ellos quedó al descubierto que Stange era un ‘inofizieller mitarbeiter’, eso en castellano es un informante no oficial de la Stasi, la central de inteligencia de la RDA, es decir, en palabras que todos entendemos, el buen Bernd era un “sapo” que colaboraba pasando datos de personas que consideraba sospechosas. Esto echó al traste sus oportunidades de dirigir en el occidente alemán; inmediatamente después de la revelación el Hertha lo despidió.
Fue en ese instante cuando Bernd comprendió que debía dirigir en lugares en los que su pasado como ‘colaborador’ de la policía política de una dictadura no fuera un problema. Así que regresó al oriente para dirigir al Leipzig, muy de moda hoy en Alemania, y allí empezó a rehacer su carrera, que lo llevó a dirigir varios equipos en Ucrania, donde nadie le cuestionó, incluso habiendo pasado por el Dnipro, de fuerte identificación con la ultraderecha.
Pero fue en 2001 cuando Stange volvió al banquillo de una selección nacional. Fue en Omán, en la que el Sultán, que posee poderes de monarca absoluto, no le vio problema a que Bernd hubiera sido simpatizante y hubiera auxiliado en labores de inteligencia a una dictadura y lo contrató.
Duró poco la aventura de nuestro protagonista, unos meses apenas, en el sultanato porque rápidamente Irak, gobernado por Sadam Hussein, tampoco tuvo reparos en el pasado de Stange, y a través Uday Hussein, hijo de Sadam, le sonsacó el técnico a Omán. De la mano de Stange, Irak logró meterse en el top 50 de la FIFA, se clasificó a la Copa de Asia y a los Juegos Olímpicos de Atenas. Sus logros deportivos fueron reconocidos por la FIFA que lo premió por su labor en la reconstrucción de Irak a través del fútbol.
Stange parecía sentirse muy cómodo en Irak, pese a la guerra que privó al cuadro asiático de jugar como local en su propio país. Pero fueron dos fotografías las que sentenciaron a Bernd Stange a terminar su periplo; en la primera sale muy sonriente, atrás de él un retrato de Sadam Hussein le sirve de fondo. Con esa foto se ganó la antipatía de los opositores del régimen, aunque Stange se defiende diciendo que todo fue, literalmente, a sus espaldas, que él no se dio cuenta que ese retrato estaba allí cuando lo fotografiaron, que fue una mala jugada del fotógrafo; la segunda es una foto donde sale con el ministro de asuntos exteriores británico Jack Straw, lo que no fue bien visto por los simpatizantes del régimen de Sadam quienes no gustaban de los británicos, coprotagonistas de la invasión.
Así que pronto Stange fue víctima de un atentado contra su vida, razón por la cual decidió abandonar el puesto y regresar a Europa Oriental donde siempre fue bien recibido. Fue dirigiendo un club de Chipre, donde conquistó la liga de ese país que Bernd volvió a dirigir. Pero también duró poco allí porque al poco tiempo, en 2005, el país menos democrático de Europa, Bielorrusia, lo llamó para que se hiciera cargo de los destinos de su selección. Al ser cuestionado sobre la situación en Bielorrusia, bajo la dictadura de Aleksandr Lukashenko desde 1994, Stange se limitó a destacar que Minsk, capital de este país, “es una de la ciudades más limpias que he visto en mi vida y he visto muchas ciudades. Es un buen estilo de vida y me gusta estar aquí. Me gusta mi trabajo”.
Cuatro años duró Stange en Bielorrusia. Durante su conducción logró importantes hitos en la historia futbolística de este país: derrotó a Holanda en la clasificación para la Euro 2008 y empató con Alemania y Argentina en partidos amistosos. No le alcanzó para mucho más y quedó por fuera de la máxima competición del fútbol europeo y se despidió de su querida Misnk.
Stange cerró su carrera dirigiendo la Selección de Singapur, quizá el país más democrático por el que ha pasado. Allí trabajó entre 2013 y 2016 sin conseguir mayores éxitos. Después de esto, Stange, anunció su retiro como director técnico. Siempre preguntado por sus pasos por países poco democráticos, Stange, sentenció: “He trabajado para regímenes comunistas, capitalistas, para un sultanato y un dictador, pero mi trabajo siempre fue el mismo. Siempre se ha tratado de una sola cosa: poner el balón en la red”.
Bernd nació en plena Guerra Fria, en 1948, con una Alemania dividida. A Stange le tocó nacer en la RDA comunista. Fue un discreto jugador de fútbol, su carrera, como la de tanto ‘rodillón’, terminó a causa de una lesión. Pero fue como entrenador que Stange se hizo un nombre en Alemania Oriental. Fue en el Carl Zeiss Jena, equipo que hoy juega en la cuarta división alemana, pero que en la RDA era de los clubes poderosos de la extinta Oberliga, donde Stange se hizo un nombre como director técnico; de allí su carrera fue en ascenso: dirigió al seleccionado sub 21 y fue el técnico del equipo mayor de la RDA entre 1984 y 1988.
Con la reunificación de Alemania llegaron nuevas oportunidades de trabajo. Así que el Hertha Berlín fichó al entrenador para competir en la Bundesliga. Pero la reunificación también trajo consigo la desclasificación de muchos documentos de la RDA. En uno de ellos quedó al descubierto que Stange era un ‘inofizieller mitarbeiter’, eso en castellano es un informante no oficial de la Stasi, la central de inteligencia de la RDA, es decir, en palabras que todos entendemos, el buen Bernd era un “sapo” que colaboraba pasando datos de personas que consideraba sospechosas. Esto echó al traste sus oportunidades de dirigir en el occidente alemán; inmediatamente después de la revelación el Hertha lo despidió.
Fue en ese instante cuando Bernd comprendió que debía dirigir en lugares en los que su pasado como ‘colaborador’ de la policía política de una dictadura no fuera un problema. Así que regresó al oriente para dirigir al Leipzig, muy de moda hoy en Alemania, y allí empezó a rehacer su carrera, que lo llevó a dirigir varios equipos en Ucrania, donde nadie le cuestionó, incluso habiendo pasado por el Dnipro, de fuerte identificación con la ultraderecha.
Pero fue en 2001 cuando Stange volvió al banquillo de una selección nacional. Fue en Omán, en la que el Sultán, que posee poderes de monarca absoluto, no le vio problema a que Bernd hubiera sido simpatizante y hubiera auxiliado en labores de inteligencia a una dictadura y lo contrató.
Duró poco la aventura de nuestro protagonista, unos meses apenas, en el sultanato porque rápidamente Irak, gobernado por Sadam Hussein, tampoco tuvo reparos en el pasado de Stange, y a través Uday Hussein, hijo de Sadam, le sonsacó el técnico a Omán. De la mano de Stange, Irak logró meterse en el top 50 de la FIFA, se clasificó a la Copa de Asia y a los Juegos Olímpicos de Atenas. Sus logros deportivos fueron reconocidos por la FIFA que lo premió por su labor en la reconstrucción de Irak a través del fútbol.
Stange parecía sentirse muy cómodo en Irak, pese a la guerra que privó al cuadro asiático de jugar como local en su propio país. Pero fueron dos fotografías las que sentenciaron a Bernd Stange a terminar su periplo; en la primera sale muy sonriente, atrás de él un retrato de Sadam Hussein le sirve de fondo. Con esa foto se ganó la antipatía de los opositores del régimen, aunque Stange se defiende diciendo que todo fue, literalmente, a sus espaldas, que él no se dio cuenta que ese retrato estaba allí cuando lo fotografiaron, que fue una mala jugada del fotógrafo; la segunda es una foto donde sale con el ministro de asuntos exteriores británico Jack Straw, lo que no fue bien visto por los simpatizantes del régimen de Sadam quienes no gustaban de los británicos, coprotagonistas de la invasión.
Así que pronto Stange fue víctima de un atentado contra su vida, razón por la cual decidió abandonar el puesto y regresar a Europa Oriental donde siempre fue bien recibido. Fue dirigiendo un club de Chipre, donde conquistó la liga de ese país que Bernd volvió a dirigir. Pero también duró poco allí porque al poco tiempo, en 2005, el país menos democrático de Europa, Bielorrusia, lo llamó para que se hiciera cargo de los destinos de su selección. Al ser cuestionado sobre la situación en Bielorrusia, bajo la dictadura de Aleksandr Lukashenko desde 1994, Stange se limitó a destacar que Minsk, capital de este país, “es una de la ciudades más limpias que he visto en mi vida y he visto muchas ciudades. Es un buen estilo de vida y me gusta estar aquí. Me gusta mi trabajo”.
Cuatro años duró Stange en Bielorrusia. Durante su conducción logró importantes hitos en la historia futbolística de este país: derrotó a Holanda en la clasificación para la Euro 2008 y empató con Alemania y Argentina en partidos amistosos. No le alcanzó para mucho más y quedó por fuera de la máxima competición del fútbol europeo y se despidió de su querida Misnk.
Stange cerró su carrera dirigiendo la Selección de Singapur, quizá el país más democrático por el que ha pasado. Allí trabajó entre 2013 y 2016 sin conseguir mayores éxitos. Después de esto, Stange, anunció su retiro como director técnico. Siempre preguntado por sus pasos por países poco democráticos, Stange, sentenció: “He trabajado para regímenes comunistas, capitalistas, para un sultanato y un dictador, pero mi trabajo siempre fue el mismo. Siempre se ha tratado de una sola cosa: poner el balón en la red”.