Si uno tuviera que hacer una descripción de quién fue Bodizar Petrovic, tendría que decir que fue un futbolista, abogado y piloto de guerra yugoslavo. Su historia comienza en una cancha de fútbol y termina con su muerte en medio de la Guerra Civil Española.
Bosko, como era apodado Petrovic, nació en 1911 y rápidamente mostró buenas maneras para jugar fútbol. Fue así que combinó sus estudios en la facultad de derecho con la práctica del fútbol profesional. Entre 1932 y 1936, Petrovic militó en el Vodjvodina (equipo con el cual se coronó campeón de Yugoslavia), el SK Jugoslavija y el Estrella Roja de Belgrado. Sus actuaciones fueron tan buenas que logró ser convocado a la Selección Yugoslava, en la que debutó en un juego frente a Francia, disputado en París en 1934.
En la universidad, Bosko fue interesándose cada vez por temas políticos, hasta el punto de afiliarse al por entonces ilegal, Partido Comunista Yugoslavo. Tras licenciarse como abogado, Petrovic decidió enrolarse en la Fuerza Aérea de su país, quería cumplir el sueño que durante milenios ha tenido el hombre: volar. Por un corto periodo combinó su actividad como cadete y como futbolista, pero en abril de 1936 viajó a Paris, ciudad donde se había hecho internacional como futbolista, para completar su entrenamiento como piloto, lo que lo llevó a dejar su carrera en el fútbol para siempre.
La Guerra Civil Española estalló y Bosko estaba convencido de que debía luchar al lado de sus camaradas contra las fuerzas fascistas de Franco y compañía. Con ayuda de movimientos comunistas consiguió un pasaporte falso y con el nombre de Fernandez García logró a entrar a territorio español para la navidad de 1936. Combatió en Albacete y en Valencia a bordo de un Breguet 19. Se destacó como un excelente piloto, pese a caer herido en febrero de 1937.
Ya recuperado volvió al frente, pero esta vez es asignado a combatir en Madrid pilotando un Polikarpov I-15. A bordo de esa aeronave consiguió varias gestas, entre las que se destacó ser el primer piloto en derribar un caza Messerschmitt BF 109, avión nazi que los alemanes estaban probando en el conflicto español. Su reputación y su efectividad lo hicieron una leyenda entre sus camaradas y entre sus rivales. Su avión fue derribado el 12 de julio de 1937, causándole la muerte de manera instatánea, tenía 26 años.
Ni siquiera el secretismo que tuvo el régimen franquista respecto a las gestas republicanas durante la Guerrra pudo opacar la leyenda de Bozidar “Bosko” Petrovic. En su Yugoslavia natal (hoy Serbia) una placa que fue colocada en 1959 en el estadio del Partizan de Belgrado, donde el seleccionado serbio hace las veces de local, le rinde homenaje Petrovic. Así mismo calles en Belgrado, Novi Sad, e Ivanjica fueron bautizadas con el nombre del protagonista de esta historia. Con el regreso de la democracia a España, el Congreso de los Diputados de aquella nación decidió otorgarle a los Brigadistas Internacionalistas, entre los que se incluía Božidar “Bosko” Petrovic, la nacionalidad española por gracia, en reconocimiento por haber luchado por una nación, que aun no siendo la suya, defendieron con valor.
De esa amanera es que le nombre de Bosko, el futbolista, abogado y piloto yugoslavo se perpetuó. Sus gestas en los campos de fútbol quizá fueron inferiores a las que consiguió a bordo de aviones. De todas formas su historia es de esas que dan cuenta de cómo un jugador de fútbol puede ser tan complejo y político como cualquier otra persona, tanto como para morir por sus ideales.
Bosko, como era apodado Petrovic, nació en 1911 y rápidamente mostró buenas maneras para jugar fútbol. Fue así que combinó sus estudios en la facultad de derecho con la práctica del fútbol profesional. Entre 1932 y 1936, Petrovic militó en el Vodjvodina (equipo con el cual se coronó campeón de Yugoslavia), el SK Jugoslavija y el Estrella Roja de Belgrado. Sus actuaciones fueron tan buenas que logró ser convocado a la Selección Yugoslava, en la que debutó en un juego frente a Francia, disputado en París en 1934.
En la universidad, Bosko fue interesándose cada vez por temas políticos, hasta el punto de afiliarse al por entonces ilegal, Partido Comunista Yugoslavo. Tras licenciarse como abogado, Petrovic decidió enrolarse en la Fuerza Aérea de su país, quería cumplir el sueño que durante milenios ha tenido el hombre: volar. Por un corto periodo combinó su actividad como cadete y como futbolista, pero en abril de 1936 viajó a Paris, ciudad donde se había hecho internacional como futbolista, para completar su entrenamiento como piloto, lo que lo llevó a dejar su carrera en el fútbol para siempre.
La Guerra Civil Española estalló y Bosko estaba convencido de que debía luchar al lado de sus camaradas contra las fuerzas fascistas de Franco y compañía. Con ayuda de movimientos comunistas consiguió un pasaporte falso y con el nombre de Fernandez García logró a entrar a territorio español para la navidad de 1936. Combatió en Albacete y en Valencia a bordo de un Breguet 19. Se destacó como un excelente piloto, pese a caer herido en febrero de 1937.
Ya recuperado volvió al frente, pero esta vez es asignado a combatir en Madrid pilotando un Polikarpov I-15. A bordo de esa aeronave consiguió varias gestas, entre las que se destacó ser el primer piloto en derribar un caza Messerschmitt BF 109, avión nazi que los alemanes estaban probando en el conflicto español. Su reputación y su efectividad lo hicieron una leyenda entre sus camaradas y entre sus rivales. Su avión fue derribado el 12 de julio de 1937, causándole la muerte de manera instatánea, tenía 26 años.
Ni siquiera el secretismo que tuvo el régimen franquista respecto a las gestas republicanas durante la Guerrra pudo opacar la leyenda de Bozidar “Bosko” Petrovic. En su Yugoslavia natal (hoy Serbia) una placa que fue colocada en 1959 en el estadio del Partizan de Belgrado, donde el seleccionado serbio hace las veces de local, le rinde homenaje Petrovic. Así mismo calles en Belgrado, Novi Sad, e Ivanjica fueron bautizadas con el nombre del protagonista de esta historia. Con el regreso de la democracia a España, el Congreso de los Diputados de aquella nación decidió otorgarle a los Brigadistas Internacionalistas, entre los que se incluía Božidar “Bosko” Petrovic, la nacionalidad española por gracia, en reconocimiento por haber luchado por una nación, que aun no siendo la suya, defendieron con valor.
De esa amanera es que le nombre de Bosko, el futbolista, abogado y piloto yugoslavo se perpetuó. Sus gestas en los campos de fútbol quizá fueron inferiores a las que consiguió a bordo de aviones. De todas formas su historia es de esas que dan cuenta de cómo un jugador de fútbol puede ser tan complejo y político como cualquier otra persona, tanto como para morir por sus ideales.