
El pasado 11 de junio se dio inicio a La Copa América de Chile 2015.
El escenario en el que se dio la patada inicial fue El Estadio Nacional de Santiago. 50.000 personas alentaron a la roja en un estadio casi lleno. Y digo casi porque una tribuna vetusta, que no corresponde a la arquitectura del remodelado escenario, permaneció vacía. Se trata de un homenaje a las miles de personas que fueron desaparecidas y/o torturadas en este estadio, el centro de detención clandestino más grande que vio Chile durante la nefasta dictadura de Augusto Pinochet. Si esas paredes hablaran contarían un sin número de vejámenes (se estima que 20000 personas pasaron por el Estadio Nacional como “prisioneros de guerra”) que se cometieron en la casa de la Selección de Chile.
Carlos Caszely nació en Santiago en 1950. Considerado por muchos el mejor jugador de la historia de Chile, tercer goleador histórico de “La Roja”, múltiple campeón con Colo-Colo y mejor jugador de la Copa América de 1979.
Caszely fue un ferviente admirador y apoyó públicamente a Salvador Allende cuando este se lanzó a la presidencia de chile a finales de la década de 1960. En una oportunidad la diputada de la Unión Popular Gladys Marín se refirió al “Chino” (como se apodaba a Caszely) diciendo que era “no sólo un gran deportista, sino un joven que entiende el proceso revolucionario que vive su país”.
El derrocamiento de Allende por parte de la Junta Militar en cabeza de Pinochet fue un duro golpe para el astro chileno. Chile había clasificado de la mano de Caszely a la Copa del Mundo que se iba a celebrar en Alemania en 1974. Poco tiempo antes de que el equipo austral viajara a Europa la madre de Caszely fue detenida por agentes de seguridad de la dictadura, acusada de pertenecer al Partido Comunista, fue brutalmente torturada y finalmente la dejaron en libertad.
Cuando la selección chilena se disponía a partir para afrontar la cita orbital, Pinochet fue a despedir al equipo. Pasó a saludar uno por uno a los jugadores pero cuando llegó a Caszely, este le negó el saludo. Años después comentó: “Fui el único jugador que no saludó al dictador. Tenía miedo, pero era lo que tenía que hacer.” Chile no tuvo un buen mundial y la prensa, controlada por la dictadura, castigó con todo al delantero que no jugó contra Alemania Oriental, lo acusó de no querer jugar “por estar bajo las órdenes del comunismo y no querer jugar contra sus hermanos rojos”.
Caszely es separado de la selección y no participa en las eliminatorias para el mundial de Argentina en 1978, Chile no clasifica. Para 1979 volverá a ser convocado para la Copa América y será gran figura de su selección que perdió la final a manos de Paraguay.
“El Chino” colgó las botas en 1985, para dedicar su tiempo a ser opositor del gobierno de Pinochet y ser activo en la campaña por el “NO” que se oponía al plebiscito propuesto por Pinochet para seguir en el poder. Un encuentro entre el dictador y el ex futbolista quedó inmortalizado por la prensa chilena, el dialogo fue el siguiente:
- Pinochet: “¿Se va?
- Caszely: “Así es, ya está bien”.
- P: Usted siempre con su corbata roja. Nunca se separa de ella.
- C: Así es Presidente, la llevo al lado del corazón.
- P: Así le cortaría esa corbata roja (haciendo con los dedos el gesto de tener unas tijeras).
En la tribuna vacía del Estadio Nacional un cartel dice “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”. Chile consiguió su paso al Mundial de 1974 en este estadio en uno de los episodios más vergonzosos de la historia del balompié. El repechaje se debía jugar contra La Unión Soviética que se negó a jugar el partido en Santiago ya que Pinochet había roto relaciones con Moscú. Con público y todo los 11 jugadores chilenos se formaron en el campo de juego y cuando el árbitro dio el pitazo inicial se marcó un gol “simbólico” ante nadie. Pero más vergonzoso que esto es haber convertido un estadio de fútbol en un centro de tortura.
El escenario en el que se dio la patada inicial fue El Estadio Nacional de Santiago. 50.000 personas alentaron a la roja en un estadio casi lleno. Y digo casi porque una tribuna vetusta, que no corresponde a la arquitectura del remodelado escenario, permaneció vacía. Se trata de un homenaje a las miles de personas que fueron desaparecidas y/o torturadas en este estadio, el centro de detención clandestino más grande que vio Chile durante la nefasta dictadura de Augusto Pinochet. Si esas paredes hablaran contarían un sin número de vejámenes (se estima que 20000 personas pasaron por el Estadio Nacional como “prisioneros de guerra”) que se cometieron en la casa de la Selección de Chile.
Carlos Caszely nació en Santiago en 1950. Considerado por muchos el mejor jugador de la historia de Chile, tercer goleador histórico de “La Roja”, múltiple campeón con Colo-Colo y mejor jugador de la Copa América de 1979.
Caszely fue un ferviente admirador y apoyó públicamente a Salvador Allende cuando este se lanzó a la presidencia de chile a finales de la década de 1960. En una oportunidad la diputada de la Unión Popular Gladys Marín se refirió al “Chino” (como se apodaba a Caszely) diciendo que era “no sólo un gran deportista, sino un joven que entiende el proceso revolucionario que vive su país”.
El derrocamiento de Allende por parte de la Junta Militar en cabeza de Pinochet fue un duro golpe para el astro chileno. Chile había clasificado de la mano de Caszely a la Copa del Mundo que se iba a celebrar en Alemania en 1974. Poco tiempo antes de que el equipo austral viajara a Europa la madre de Caszely fue detenida por agentes de seguridad de la dictadura, acusada de pertenecer al Partido Comunista, fue brutalmente torturada y finalmente la dejaron en libertad.
Cuando la selección chilena se disponía a partir para afrontar la cita orbital, Pinochet fue a despedir al equipo. Pasó a saludar uno por uno a los jugadores pero cuando llegó a Caszely, este le negó el saludo. Años después comentó: “Fui el único jugador que no saludó al dictador. Tenía miedo, pero era lo que tenía que hacer.” Chile no tuvo un buen mundial y la prensa, controlada por la dictadura, castigó con todo al delantero que no jugó contra Alemania Oriental, lo acusó de no querer jugar “por estar bajo las órdenes del comunismo y no querer jugar contra sus hermanos rojos”.
Caszely es separado de la selección y no participa en las eliminatorias para el mundial de Argentina en 1978, Chile no clasifica. Para 1979 volverá a ser convocado para la Copa América y será gran figura de su selección que perdió la final a manos de Paraguay.
“El Chino” colgó las botas en 1985, para dedicar su tiempo a ser opositor del gobierno de Pinochet y ser activo en la campaña por el “NO” que se oponía al plebiscito propuesto por Pinochet para seguir en el poder. Un encuentro entre el dictador y el ex futbolista quedó inmortalizado por la prensa chilena, el dialogo fue el siguiente:
- Pinochet: “¿Se va?
- Caszely: “Así es, ya está bien”.
- P: Usted siempre con su corbata roja. Nunca se separa de ella.
- C: Así es Presidente, la llevo al lado del corazón.
- P: Así le cortaría esa corbata roja (haciendo con los dedos el gesto de tener unas tijeras).
En la tribuna vacía del Estadio Nacional un cartel dice “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”. Chile consiguió su paso al Mundial de 1974 en este estadio en uno de los episodios más vergonzosos de la historia del balompié. El repechaje se debía jugar contra La Unión Soviética que se negó a jugar el partido en Santiago ya que Pinochet había roto relaciones con Moscú. Con público y todo los 11 jugadores chilenos se formaron en el campo de juego y cuando el árbitro dio el pitazo inicial se marcó un gol “simbólico” ante nadie. Pero más vergonzoso que esto es haber convertido un estadio de fútbol en un centro de tortura.