
Seguramente usted recuerda a Lilian Thuram como uno de los líderes de la generación más gloriosa del fútbol francés. Thuram, nacido en las Islas Guadalupe – territorio francés de ultramar- pero criado en los suburbios de Paris, fue integrante del seleccionado francés que conquistó la Copa del Mundo en 1998. Sus dos goles contra Croacia, los únicos que marcó con la camiseta de su país, en la semifinal de dicho torneo llevaron a Francia a la final en la que levantaría el trofeo tras derrotar a Brasil.
El jueves 27 de octubre de 2005 una oleada de disturbios comienza en los suburbios de París y se extienden rápidamente por todo el país. Cientos de jóvenes muestran su descontento contra la falta de oportunidades, nunca se han podido insertar en la sociedad. Francia está en llamas. Nicolas Sarkozy, para ese entonces ministro del interior, declara que se necesita “una manguera de alta presión” para limpiar la “escoria” de los suburbios.
Por esos días la Selección Francesa se encuentra en las Antillas Francesas para disputar un amistoso. La intención era hacerle sentir a esa gente que también son franceses y que por lo tanto su seleccionado puede jugar de local allí. Muchos de esos antillanos emigrarán a la metrópoli en busca de mejores oportunidades. Vivirán en los suburbios de París que ahora arden, y probablemente nunca se sentirán franceses, como no se sienten franceses los que ahora protagonizan los disturbios.
Desde Martinica, Thuram, responde las desafortunadas declaraciones del ministro: “Cuando Sarkozy habla de remover la escoria de los suburbios me lo tomo personal… Usar palabras como esas es irresponsable en las circunstancias actuales. La gente solía llamarme escoria cuando yo era niño y vivía en los suburbios. Pero yo no era una escoria. Yo sólo quería trabajar. Esta situación me enferma. Nadie se está haciendo las preguntas correctas. Nadie está tratando de encontrar el verdadero problema”.
Thuram tiene más credibilidad que cualquier político francés. Es un modelo para los jóvenes; él sabe lo que es vivir en esas condiciones. Él no entona la Marsellesa –como varios de sus compañeros, entre ellos Zidane-; él quiso creer en el mito que encarnó la Selección de 1998, el de la Francia de “blacks-blancs-beurs” (negros-blancos-árabes), pero se dio cuenta que la idea sólo fue una ilusión pasajera.
Pero lo de Thuram venía de tiempo atrás. Cuando Jean- Marie Le Penn alcanzó en 2002 la segunda ronda de las presidenciales en Francia, representando a la ultraderecha que recogía todos los temores de la gente tras los atentados del 11 de septiembre y el sentimiento anti musulmán, el internacional francés afirmó: “Cuando mis amigos en Guadalupe me llamaron para contarme (que Le Penn había alcanzado la segunda ronda) pensé que era una broma. Al día siguiente mis compañeros de la Juventus estaban haciendo bromas acerca de Francia , el llamado ‘país de los derechos humanos’- decían con ironía- Me sentí avergonzado”.
LICRA (Liga contra el racismo y el antisemitismo) es una organización no gubernamental a la que se unieron varios futbolistas entre los que se destacan Thierry Henry y Thuram. El presidente de dicha organización se quejó del escaso apoyo gubernamental que se les ofreció en su momento: “Las autoridades nos dijeron que el fútbol tenía una imagen tan maravillosa que no querían empañarla haciendo un vínculo con la discriminación. Tal vez pensaron que los dos goles de Zidane iban a resolver los problemas de la sociedad por su cuenta, no lo sé. Pero fue una oportunidad perdida porque cuando la gente como Thuram y Henry hablan, los niños escuchan”.
Pero no se les escuchó. Y hoy Francia y Europa viven sumergidas una atmósfera de miedo hacia la otredad. El equipo francés de hoy sigue siendo tan multiétnico y multicultural como lo era en 1998, pero ya no tiene un tipo como Thuram que le hable a la sociedad desde su posición de ídolo. Sin embargo el gigante de Guadalupe no se rinde: tiene una fundación cuyo objetivo es “educar contra el racismo”. Su lucha continúa ya alejado de las canchas.
El jueves 27 de octubre de 2005 una oleada de disturbios comienza en los suburbios de París y se extienden rápidamente por todo el país. Cientos de jóvenes muestran su descontento contra la falta de oportunidades, nunca se han podido insertar en la sociedad. Francia está en llamas. Nicolas Sarkozy, para ese entonces ministro del interior, declara que se necesita “una manguera de alta presión” para limpiar la “escoria” de los suburbios.
Por esos días la Selección Francesa se encuentra en las Antillas Francesas para disputar un amistoso. La intención era hacerle sentir a esa gente que también son franceses y que por lo tanto su seleccionado puede jugar de local allí. Muchos de esos antillanos emigrarán a la metrópoli en busca de mejores oportunidades. Vivirán en los suburbios de París que ahora arden, y probablemente nunca se sentirán franceses, como no se sienten franceses los que ahora protagonizan los disturbios.
Desde Martinica, Thuram, responde las desafortunadas declaraciones del ministro: “Cuando Sarkozy habla de remover la escoria de los suburbios me lo tomo personal… Usar palabras como esas es irresponsable en las circunstancias actuales. La gente solía llamarme escoria cuando yo era niño y vivía en los suburbios. Pero yo no era una escoria. Yo sólo quería trabajar. Esta situación me enferma. Nadie se está haciendo las preguntas correctas. Nadie está tratando de encontrar el verdadero problema”.
Thuram tiene más credibilidad que cualquier político francés. Es un modelo para los jóvenes; él sabe lo que es vivir en esas condiciones. Él no entona la Marsellesa –como varios de sus compañeros, entre ellos Zidane-; él quiso creer en el mito que encarnó la Selección de 1998, el de la Francia de “blacks-blancs-beurs” (negros-blancos-árabes), pero se dio cuenta que la idea sólo fue una ilusión pasajera.
Pero lo de Thuram venía de tiempo atrás. Cuando Jean- Marie Le Penn alcanzó en 2002 la segunda ronda de las presidenciales en Francia, representando a la ultraderecha que recogía todos los temores de la gente tras los atentados del 11 de septiembre y el sentimiento anti musulmán, el internacional francés afirmó: “Cuando mis amigos en Guadalupe me llamaron para contarme (que Le Penn había alcanzado la segunda ronda) pensé que era una broma. Al día siguiente mis compañeros de la Juventus estaban haciendo bromas acerca de Francia , el llamado ‘país de los derechos humanos’- decían con ironía- Me sentí avergonzado”.
LICRA (Liga contra el racismo y el antisemitismo) es una organización no gubernamental a la que se unieron varios futbolistas entre los que se destacan Thierry Henry y Thuram. El presidente de dicha organización se quejó del escaso apoyo gubernamental que se les ofreció en su momento: “Las autoridades nos dijeron que el fútbol tenía una imagen tan maravillosa que no querían empañarla haciendo un vínculo con la discriminación. Tal vez pensaron que los dos goles de Zidane iban a resolver los problemas de la sociedad por su cuenta, no lo sé. Pero fue una oportunidad perdida porque cuando la gente como Thuram y Henry hablan, los niños escuchan”.
Pero no se les escuchó. Y hoy Francia y Europa viven sumergidas una atmósfera de miedo hacia la otredad. El equipo francés de hoy sigue siendo tan multiétnico y multicultural como lo era en 1998, pero ya no tiene un tipo como Thuram que le hable a la sociedad desde su posición de ídolo. Sin embargo el gigante de Guadalupe no se rinde: tiene una fundación cuyo objetivo es “educar contra el racismo”. Su lucha continúa ya alejado de las canchas.