
Hay una historia de un equipo eliminado que merece ser contada, el equipo del país de la felicidad que derrotó a la historia y dejó de ser el peor equipo del planeta: Bután.
Al hacerse el sorteo para las eliminatorias, se decidió que los 12 equipos asiáticos peor ubicados en el ránking FIFA tendrían que disputar 6 llaves para lograr la misma cantidad de cupos a la ronda de grupos. A Sri Lanka, el segundo mejor de esos 12, le tocó en suerte el peor de Asia y del planeta: Bután.
Los de Sri Lanka consideraban que el partido ante Bután era una pérdida de tiempo mientras que para la humilde selección del Himalaya era su debut en eliminatorias mundialistas. Claro, no es que el planeta se detuviera a ver lo que sucedería en Colombo,capital de Sri Lanka, en el primer partido pero era obvio que los locales eran amplios favoritos y los de Bután se llevarían alguna goleada como en otras ocasiones.
Bután para ese entonces solo había ganado 3 partidos en su historia, uno en un torneo regional y uno en la eliminatoria a la Copa Asiática de 2004. Pero su victoria más valiosa se dio en 2002 en "La Otra Final", un episodio que leímos ayer. De resto tenía goleadas dolorosas incluyendo un 20 a 0 por lo que su debut en un proceso de campeonato Mundial parecía ser campo propicio para una nueva humillación.
El 12 de Marzo de 2015 Tshering Dorji se convirtió en el jugador de fútbol más feliz del planeta. Olviden a los grandes nombres, al marketing, vean la esencia del fútbol: Dorji con un gol faltando 8 minutos para acabar el encuentro, le dio al "peor equipo del mundo" la victoria como visitante ante Sri Lanka, un resultado inmenso para el fútbol. En el estadio de Colombo una pequeña barra de estudiantes de medicina butaneses celebró a rabiar y con emoción desbordada la gesta de sus humildes muchachos. En la cancha, una vez se dio el pitazo final, los butaneses corrieron, se abrazaron, desfilaron juntos en la expresión más genuina y pura de alegría, nada de poses, ni de celebraciones planeadas. Solo fútbol, solo un gesto desde el alma.
El partido de vuelta se jugó en Timbú. Bután es un país aislado donde recién la televisión llegó a finales de los 90s, un paraíso llamado el Reino de la Felicidad por la actitud de su gente ante la vida. De hecho el turismo es restringido con el fin de proteger el medio ambiente y su riqueza cultural pero el 17 de 2015 Bután sucumbió a la delicia mundana del fútbol pues tenían una cita con la historia, con la posibilidad de avanzar a la zona de grupos y el país se paralizó: no hubo clases, los empleados públicos trabajaron hasta medio día y las calles se llenaron de banderas naranjas y rojas. La entrada al estadio era gratuita y miles se quedaron en la entrada. Mujeres con el rostro pintado, niños ilusionados, el país habló el idioma universal del fútbol.
Bután se puso adelante en el marcador al minuto 6 gracias a Chencho Gyeltshen y la felicidad se tomó al reino pero en el minuto 34 Sri Lanka empató lo que representaba un gran lío ya que un gol más de los cingaleses les daría el paso a siguiente ronda por gol visitante y destruiría el sueño del Reino en el Himalaya. El partido estuvo abierto con opciones de lado y lado: el pueblo de Bután vivió ese momento del fútbol en el cual uno siente que la vida va y vuelve. Sobre el minuto 85 el silencio alcanzó a tomarse a Timbú cuando una opción de Sri Lanka dio en el palo. Minutos después Timbú vivió la algarabía más grande pues de nuevo Chencho Gyeltshen marcó el que sería el segundo y definitivo gol, y que le daría a Bután su quinta victoria en su historia, la segunda en menos de una semana y la que le abrió el paso a la siguiente ronda de la eliminatoria. Quizás esa segunda ronda no fue buena, pero Bután se abrió al fútbol y hoy está en proceso para la Copa Asiática de 2019.
Cuando el árbitro saudita dio el pitazo final en el estadio de Changlimithang, los jugadores saltaron como queriendo alcanzar el cielo, ese que les queda un poco más cerca por estar en las montañas. Bután, Reino de la Felicidad, vivió esa felicidad que da el fútbol y que les parecía negada por ser "el peor equipo del planeta". Ya no lo son y este es un relato de estas eliminatorias, la historia de un país de aire puro que respiró un momento de gloria increíble.
Al hacerse el sorteo para las eliminatorias, se decidió que los 12 equipos asiáticos peor ubicados en el ránking FIFA tendrían que disputar 6 llaves para lograr la misma cantidad de cupos a la ronda de grupos. A Sri Lanka, el segundo mejor de esos 12, le tocó en suerte el peor de Asia y del planeta: Bután.
Los de Sri Lanka consideraban que el partido ante Bután era una pérdida de tiempo mientras que para la humilde selección del Himalaya era su debut en eliminatorias mundialistas. Claro, no es que el planeta se detuviera a ver lo que sucedería en Colombo,capital de Sri Lanka, en el primer partido pero era obvio que los locales eran amplios favoritos y los de Bután se llevarían alguna goleada como en otras ocasiones.
Bután para ese entonces solo había ganado 3 partidos en su historia, uno en un torneo regional y uno en la eliminatoria a la Copa Asiática de 2004. Pero su victoria más valiosa se dio en 2002 en "La Otra Final", un episodio que leímos ayer. De resto tenía goleadas dolorosas incluyendo un 20 a 0 por lo que su debut en un proceso de campeonato Mundial parecía ser campo propicio para una nueva humillación.
El 12 de Marzo de 2015 Tshering Dorji se convirtió en el jugador de fútbol más feliz del planeta. Olviden a los grandes nombres, al marketing, vean la esencia del fútbol: Dorji con un gol faltando 8 minutos para acabar el encuentro, le dio al "peor equipo del mundo" la victoria como visitante ante Sri Lanka, un resultado inmenso para el fútbol. En el estadio de Colombo una pequeña barra de estudiantes de medicina butaneses celebró a rabiar y con emoción desbordada la gesta de sus humildes muchachos. En la cancha, una vez se dio el pitazo final, los butaneses corrieron, se abrazaron, desfilaron juntos en la expresión más genuina y pura de alegría, nada de poses, ni de celebraciones planeadas. Solo fútbol, solo un gesto desde el alma.
El partido de vuelta se jugó en Timbú. Bután es un país aislado donde recién la televisión llegó a finales de los 90s, un paraíso llamado el Reino de la Felicidad por la actitud de su gente ante la vida. De hecho el turismo es restringido con el fin de proteger el medio ambiente y su riqueza cultural pero el 17 de 2015 Bután sucumbió a la delicia mundana del fútbol pues tenían una cita con la historia, con la posibilidad de avanzar a la zona de grupos y el país se paralizó: no hubo clases, los empleados públicos trabajaron hasta medio día y las calles se llenaron de banderas naranjas y rojas. La entrada al estadio era gratuita y miles se quedaron en la entrada. Mujeres con el rostro pintado, niños ilusionados, el país habló el idioma universal del fútbol.
Bután se puso adelante en el marcador al minuto 6 gracias a Chencho Gyeltshen y la felicidad se tomó al reino pero en el minuto 34 Sri Lanka empató lo que representaba un gran lío ya que un gol más de los cingaleses les daría el paso a siguiente ronda por gol visitante y destruiría el sueño del Reino en el Himalaya. El partido estuvo abierto con opciones de lado y lado: el pueblo de Bután vivió ese momento del fútbol en el cual uno siente que la vida va y vuelve. Sobre el minuto 85 el silencio alcanzó a tomarse a Timbú cuando una opción de Sri Lanka dio en el palo. Minutos después Timbú vivió la algarabía más grande pues de nuevo Chencho Gyeltshen marcó el que sería el segundo y definitivo gol, y que le daría a Bután su quinta victoria en su historia, la segunda en menos de una semana y la que le abrió el paso a la siguiente ronda de la eliminatoria. Quizás esa segunda ronda no fue buena, pero Bután se abrió al fútbol y hoy está en proceso para la Copa Asiática de 2019.
Cuando el árbitro saudita dio el pitazo final en el estadio de Changlimithang, los jugadores saltaron como queriendo alcanzar el cielo, ese que les queda un poco más cerca por estar en las montañas. Bután, Reino de la Felicidad, vivió esa felicidad que da el fútbol y que les parecía negada por ser "el peor equipo del planeta". Ya no lo son y este es un relato de estas eliminatorias, la historia de un país de aire puro que respiró un momento de gloria increíble.