Hay gritos de gol que no distan mucho de parir un hijo. Un grito acompasado entre jugadores y un país que celebra la vida. Porque el gol es vida: es victoria, es euforia, es el resultado de la comunión de un equipo, de una nación que durante 30 segundos celebra el nacimiento de un hijo. No en vano Eduardo Galeano decía que los uruguayos nacen gritando gol…
En esta dramaturgia del fútbol, los locutores juegan un rol esencial. Si el gol es vida, hay que hacerlo durar. Que nazca y crezca, que tenga una vida plena. Su parto dolió tanto, lo mínimo es gritarlo hasta la saciedad: que su eco perdure en la eternidad. Infinito mientras dure.
Las mejores narraciones son las espontáneas. Sin guiones. No tengo nada contra el “cantante” del gol (gol caracol) pero su afán en ser la persona que mayor tiempo puede sostener la voz desvirtúa el ejercicio. Es tan predecible como un parto en un set de televisión.
Yo quiero hablarle de otros casos. Locutores que inmortalizaron goles asumiendo su rol: testigos de un nacimiento, de un gol, que vivieron con la humanidad del que siente que la vida se le escapa en esa narración. O simples gritos de un coro entero que se salió del guión usurpándole al locutor la prerrogativa del alarido.
1. Colombia vs Alemania- 1990
Edgar Perea lo hizo muy bien. Pero rescato la narración de William Vinasco por una razón. Ese ensordecedor rugido que se escucha en toda la cabina que emula el grito de una nación entera. Es bestial, un verdadero alarido del alma. Escalofríos ayer, hoy mañana y siempre.
2. Peñarol vs América – 1987
Al escucharlo, me imagino a un hombre de 60 años coqueteando con un infarto. Bailando de manera frenética con una hermosa pitonisa que le terminó dando la razón. Morir gritando este gol hubiese sido el máximo de los honores. Porque era el tercer partido de una una final de Libertadores y ocurrió en el último segundo.
3. Italia vs Alemania – 2006
Este, lo gritaron incluso más que el penalti decisivo en la final. Hay algo en el idioma italiano, en su sonoridad que se conjuga con esa pasión tan irracional que le profesan al fútbol.
4. Islandia vs Austria – 2016
Este es hermoso por su espontaneidad. El tipo se derrumba porque es como a un padre a quién los médicos le dijeron que nunca iba a poder tener un hijo. Por eso no se lo cree. Está ante un milagro y no sabe que hacer con su voz. Es que Islandia, se ha clasificado de su grupo.
5. España vs Holanda – 2010
Un grito de liberación inmortalizado por la dedicatoria a Dani Jarque. Pero es como el de Colombia vs Alemania. Toda la cabina mete la cuchara, y como no: España campeona del Mundo.
6. Uruguay vs Ghana – 2010
Otra vez un uruguayo. ¿Pero qué le hacemos si son probablemente los que más sienten el fútbol?
7. Argentina vs Inglaterra – 1986
El mejor para el final. No sólo por el gol (eso es lo de menos en el ejercicio que estamos haciendo). Victor Hugo Morales fue la sombra de Diego en el gol del siglo. La obra de arte que Diego hizo en la cancha, Morales la inmortalizó con sus metáforas, con sus imágenes, con su prosa espontánea. El gol inmortalizó la narración; la narración inmortalizó el gol.
Eso fue todo. Vuélvalos a escuchar. Sea testigo del nacimiento, de la vida. Porque el gol es vida.
En esta dramaturgia del fútbol, los locutores juegan un rol esencial. Si el gol es vida, hay que hacerlo durar. Que nazca y crezca, que tenga una vida plena. Su parto dolió tanto, lo mínimo es gritarlo hasta la saciedad: que su eco perdure en la eternidad. Infinito mientras dure.
Las mejores narraciones son las espontáneas. Sin guiones. No tengo nada contra el “cantante” del gol (gol caracol) pero su afán en ser la persona que mayor tiempo puede sostener la voz desvirtúa el ejercicio. Es tan predecible como un parto en un set de televisión.
Yo quiero hablarle de otros casos. Locutores que inmortalizaron goles asumiendo su rol: testigos de un nacimiento, de un gol, que vivieron con la humanidad del que siente que la vida se le escapa en esa narración. O simples gritos de un coro entero que se salió del guión usurpándole al locutor la prerrogativa del alarido.
1. Colombia vs Alemania- 1990
Edgar Perea lo hizo muy bien. Pero rescato la narración de William Vinasco por una razón. Ese ensordecedor rugido que se escucha en toda la cabina que emula el grito de una nación entera. Es bestial, un verdadero alarido del alma. Escalofríos ayer, hoy mañana y siempre.
2. Peñarol vs América – 1987
Al escucharlo, me imagino a un hombre de 60 años coqueteando con un infarto. Bailando de manera frenética con una hermosa pitonisa que le terminó dando la razón. Morir gritando este gol hubiese sido el máximo de los honores. Porque era el tercer partido de una una final de Libertadores y ocurrió en el último segundo.
3. Italia vs Alemania – 2006
Este, lo gritaron incluso más que el penalti decisivo en la final. Hay algo en el idioma italiano, en su sonoridad que se conjuga con esa pasión tan irracional que le profesan al fútbol.
4. Islandia vs Austria – 2016
Este es hermoso por su espontaneidad. El tipo se derrumba porque es como a un padre a quién los médicos le dijeron que nunca iba a poder tener un hijo. Por eso no se lo cree. Está ante un milagro y no sabe que hacer con su voz. Es que Islandia, se ha clasificado de su grupo.
5. España vs Holanda – 2010
Un grito de liberación inmortalizado por la dedicatoria a Dani Jarque. Pero es como el de Colombia vs Alemania. Toda la cabina mete la cuchara, y como no: España campeona del Mundo.
6. Uruguay vs Ghana – 2010
Otra vez un uruguayo. ¿Pero qué le hacemos si son probablemente los que más sienten el fútbol?
7. Argentina vs Inglaterra – 1986
El mejor para el final. No sólo por el gol (eso es lo de menos en el ejercicio que estamos haciendo). Victor Hugo Morales fue la sombra de Diego en el gol del siglo. La obra de arte que Diego hizo en la cancha, Morales la inmortalizó con sus metáforas, con sus imágenes, con su prosa espontánea. El gol inmortalizó la narración; la narración inmortalizó el gol.
Eso fue todo. Vuélvalos a escuchar. Sea testigo del nacimiento, de la vida. Porque el gol es vida.