A Óscar Córdoba ya lo perdoné, hace rato.
Esa noche lloré por la primera y última vez en mi vida por fútbol. Entendí, a los 10 años, que este deporte te puede tocar las fibras más íntimas del alma. Pero de niño, lo odié sólo una noche. Cuando me levanté, dibujé la jugada con los recuerdos: en su afán, se equivocó. Como usted o como yo ; como cualquier ser humano. De ese error aprendió y se volvió uno de los mejores del mundo. A día de hoy es una inspiración. Grande Óscar.
A Higuita, ya lo perdoné, hace tiempos. No lo viví de primera mano con lucidez, pero el error de Higuita es una legado patrio que heredamos todos los colombianos y sobre el cual tomamos posición.
René es un genio, un artista, un rebelde. Los genios, hay que aceptarlos cómo son. Piensan diferente, son impredecibles; ven cosas invisibles para los demás. Antes del partido contra Camerún, los 38 millones de colombianos de aquel entonces conocíamos a René, su locura; su esencia. Gozamos con ella. Era un orgullo internacional. Éramos también conscientes de los riesgos que implicaba Higuita. Al saberlo, debimos como pais ser solidario con él. Porque él no lo hizo adrede. Le dimos fue la espalda; sólo sus compañeros se solidarizaron.
A Baggio, nunca lo tuve que perdonar. Es de cobardes crucificar a un jugador por errar un penal en una final de la Copa del Mundo. Se asimila a criticar un equilibrista que se juega su vida desde la comodidad del sofá comiendo maíz pira.
No sirve de nada, décadas despúes, albergar odios. Como seres humanos, tengamos siempre la empatía de ponernos en los zapatos del otro. Usted, estudiante, padre de familia, mamá, hijo, hija, prima, tío también va a cometer errores. No se desquite enjuiciando a los demás, de nuevo, desda la comodidad de su sofá.
En el fútbol, y en la vida, hay que perdonar.
Esa noche lloré por la primera y última vez en mi vida por fútbol. Entendí, a los 10 años, que este deporte te puede tocar las fibras más íntimas del alma. Pero de niño, lo odié sólo una noche. Cuando me levanté, dibujé la jugada con los recuerdos: en su afán, se equivocó. Como usted o como yo ; como cualquier ser humano. De ese error aprendió y se volvió uno de los mejores del mundo. A día de hoy es una inspiración. Grande Óscar.
A Higuita, ya lo perdoné, hace tiempos. No lo viví de primera mano con lucidez, pero el error de Higuita es una legado patrio que heredamos todos los colombianos y sobre el cual tomamos posición.
René es un genio, un artista, un rebelde. Los genios, hay que aceptarlos cómo son. Piensan diferente, son impredecibles; ven cosas invisibles para los demás. Antes del partido contra Camerún, los 38 millones de colombianos de aquel entonces conocíamos a René, su locura; su esencia. Gozamos con ella. Era un orgullo internacional. Éramos también conscientes de los riesgos que implicaba Higuita. Al saberlo, debimos como pais ser solidario con él. Porque él no lo hizo adrede. Le dimos fue la espalda; sólo sus compañeros se solidarizaron.
A Baggio, nunca lo tuve que perdonar. Es de cobardes crucificar a un jugador por errar un penal en una final de la Copa del Mundo. Se asimila a criticar un equilibrista que se juega su vida desde la comodidad del sofá comiendo maíz pira.
No sirve de nada, décadas despúes, albergar odios. Como seres humanos, tengamos siempre la empatía de ponernos en los zapatos del otro. Usted, estudiante, padre de familia, mamá, hijo, hija, prima, tío también va a cometer errores. No se desquite enjuiciando a los demás, de nuevo, desda la comodidad de su sofá.
En el fútbol, y en la vida, hay que perdonar.