
“¿Dele Alli? Uy claro, ese es severo jugador. Es un buen driblador con llegada y gol aunque puede ser un poco frágil. Le recomiendo más bien a Christian Eriksen, ese si que la rompe.”
Bastante impresionado con mi interlocutor, más tarde entendí (me lo reconoció) que nunca (o casi nunca) los había visto jugar. Su apasionado criterio venía de toda la felicidad que le habían proporcionado jugando FIFA 18. Como él, millones de personas en el mundo comprenden el fútbol a través de los videojuegos.
Ojo, no los estoy criticando. Soy un jugador empedernido desde los 5 años y si contabilizara las horas que le he metido a FIFA, Pro Evolution Soccer o Football Manager bien podría haber aprendido mandarín o ruso en ese mismo tiempo. No fue tiempo perdido: fui muy felíz y también se aprende.
El problema surge cuando la realidad y “la verdad”, para mucha gente, la empiezan a dictar los videojuegos. Cuando por semana se ve fútbol durante sólo una hora pero se juegan diez. Cuando se toma postura en los debates no con base en lo que vimos por televisión sino en el rendimiento que tuvieron los jugadores en nuestro mundo virtual.
No daré lecciones de moral. Soy un asiduo jugador de Football Manager. Su grado de inmersión que nos deja ser entrenador de cualquier equipo del mundo es algo que sólo los iniciados podemos llegar a comprender. No por nada en los paises con mayor tradición futbolera en Europa se le considera algo muchísimo más que un simple juego. Y lo es: es un fino vino añejado año tras año. Cada vez más equipos profesionales del mundo lo usan para monitorear jugadores. Es el arte mayor de los videojuegos de fútbol, por supuesto desconocido e ignorado aquí en Colombia, aun cuando bien modeliza la Liga Aguila (!).
El caso es que a través de ese juego (y de mucha lectura también) llevo unos 16 años comprendiendo el fútbol. He aprendido mucho, muchísimo. No se imagina cuanto. Nuevas culturas, jugadores, estilos, tácticas, manejo de grupo etc… Pero siempre me reprocho que debería ver mucho más fútbol por televisión o ir al estadio a ver más fútbol, juegue quién juegue. Con el tiempo lo he hecho: ambas cosas funcionan bien y se complementan. Es cuestión de equilibrio.
Productos más comerciales como FIFA y PES los mueven intereses publicitarios que no pueden pasar desapercibidos. Suelen articularse con la carrera al Balón de Oro y capitalizar en el jugador más “rentable” del momento. Las “notas” de los jugadores muchas veces suelen ser útiles pero no son absolutas, como creen muchos. FIFA cree que Pelé es mejor que Maradona; yo disiento. Muchos jugadores, con razón, pueden sentirse robados en ese ejercicio subjetivo de darle una nota global a un jugador.
Los videojuegos seguirán haciendonos soñar, de manera cada vez más vívida. Pero nunca, para aquellos que los juegan, nos dejemos timar: la realidad no la supera ni el ejercicio más sofisticado de realidad virtual (bueno, quizás Football Manager si ;) ). Nada como el olor a pasto, la multitud del estadio o el grito de gol, el real y verdadero.
Bastante impresionado con mi interlocutor, más tarde entendí (me lo reconoció) que nunca (o casi nunca) los había visto jugar. Su apasionado criterio venía de toda la felicidad que le habían proporcionado jugando FIFA 18. Como él, millones de personas en el mundo comprenden el fútbol a través de los videojuegos.
Ojo, no los estoy criticando. Soy un jugador empedernido desde los 5 años y si contabilizara las horas que le he metido a FIFA, Pro Evolution Soccer o Football Manager bien podría haber aprendido mandarín o ruso en ese mismo tiempo. No fue tiempo perdido: fui muy felíz y también se aprende.
El problema surge cuando la realidad y “la verdad”, para mucha gente, la empiezan a dictar los videojuegos. Cuando por semana se ve fútbol durante sólo una hora pero se juegan diez. Cuando se toma postura en los debates no con base en lo que vimos por televisión sino en el rendimiento que tuvieron los jugadores en nuestro mundo virtual.
No daré lecciones de moral. Soy un asiduo jugador de Football Manager. Su grado de inmersión que nos deja ser entrenador de cualquier equipo del mundo es algo que sólo los iniciados podemos llegar a comprender. No por nada en los paises con mayor tradición futbolera en Europa se le considera algo muchísimo más que un simple juego. Y lo es: es un fino vino añejado año tras año. Cada vez más equipos profesionales del mundo lo usan para monitorear jugadores. Es el arte mayor de los videojuegos de fútbol, por supuesto desconocido e ignorado aquí en Colombia, aun cuando bien modeliza la Liga Aguila (!).
El caso es que a través de ese juego (y de mucha lectura también) llevo unos 16 años comprendiendo el fútbol. He aprendido mucho, muchísimo. No se imagina cuanto. Nuevas culturas, jugadores, estilos, tácticas, manejo de grupo etc… Pero siempre me reprocho que debería ver mucho más fútbol por televisión o ir al estadio a ver más fútbol, juegue quién juegue. Con el tiempo lo he hecho: ambas cosas funcionan bien y se complementan. Es cuestión de equilibrio.
Productos más comerciales como FIFA y PES los mueven intereses publicitarios que no pueden pasar desapercibidos. Suelen articularse con la carrera al Balón de Oro y capitalizar en el jugador más “rentable” del momento. Las “notas” de los jugadores muchas veces suelen ser útiles pero no son absolutas, como creen muchos. FIFA cree que Pelé es mejor que Maradona; yo disiento. Muchos jugadores, con razón, pueden sentirse robados en ese ejercicio subjetivo de darle una nota global a un jugador.
Los videojuegos seguirán haciendonos soñar, de manera cada vez más vívida. Pero nunca, para aquellos que los juegan, nos dejemos timar: la realidad no la supera ni el ejercicio más sofisticado de realidad virtual (bueno, quizás Football Manager si ;) ). Nada como el olor a pasto, la multitud del estadio o el grito de gol, el real y verdadero.