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Disfrute su eclipse...

... el suyo, el que le tocó vivir.

Solar / Lunar
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Mi abuelo siempre me habla del eclipse que le tocó.

A su avanzada edad, cuando lo evoca, pareciera como si comprimiera quince años de su vida en un relato de un minuto. Siempre me dice que fue un eclipse solar porque la luna, blanca, se interpuso entre el sol y la tierra: Don Alfredo Di Stefano en su uniforme, blanco, paralizó al planeta.

Con las limitaciones tecnológicas de la época, el abuelo cuenta que poder verlo a Don Alfredo en vivo y en directo era el mayor de los privilegios que un ser humano podía experimentar.
Las veces que lo pudo hacer (unas 15, me dice), se sintió tan afortunado y agradecido con la vida… Era como si hubiera presenciado un milagro y con la responsabilidad del profeta, su misión era mantener por siempre en la memoria los goles y regates de Di Stefano.

Ese eclipse culminó en 1964. Mi abuelo culmina su relato y en su mirada perdida comprendo que parte de él se quedó allá. Pero lo vivió con toda la intensidad: con la convicción del que aprovechó hasta el último segundo.

Para 1965, se empezó a avistar uno nuevo. Mi abuelo no creía que la tierra podía paralizarse de nuevo pero se equivocó. Este, me cuenta fue un eclipse lunar donde la voluntariosa y abnegada tierra se interpuso entre el sol y la luna oscureciendo a esta última. Desde la miseria y la necesidad de su pueblo natal de Três Corações, Edson Arantes do Nascimento se había eregido como el mejor futbolista del mundo alcanzando su caluroso zenith en 1970.

Para ese entonces, mi papá ya había nacido.

Mi abuelo no hacía sino inculcarle lo afortunado que era al haber llegado al mundo para ver a Pelé. Si bien la tecnología había progresado y la televisión acortaba distancias, ver a Edson seguido seguía siendo un privilegio. Había mucha gratitud por parte de aquellos que lo veía en pantalla o en el estadio.

Ese eclipse culminó en 1974.

Mi papá cuenta que hubo un virulento cometa (“Cometa Cruyff” me dice que se llamaba) majestuoso y elegante que proyectó su sombra sobre la tierra oscureciéndola un tiempo… sin alcanzar a ser un eclipse. No sabía mi padre lo que le deparaba la vida.

Tuvieron que pasar varios años para un nuevo verdadero eclipse que empezó a perfilarse desde 1980. Fue un eclipse solar, como pocos en la historia de la humanidad, donde la luna se interpuso entre la tierra y el sol acaparando toda su energía volcánica que explotó esa tarde en el Estadio Azteca en 1986. Diego Armando Maradona había dado una de las mayores lecciones de fútbol jamás impartidas.

Mi padre vio la faena por televisión. La tiene grabada en unos cassettes (que me regalaría de navidad mucho después) que solía ver cuando estaba triste. Mi papá dice que la magia de Maradona le subía el ánimo a cualquiera. ¿Mi abuelo? Él no se mostró tan entusiasmado… Pelé y Di Stefano, sus eclipses quizás ya lo habían cegado: no podía existir algo mejor a lo que sus ojos habían visto de niño.

Aquí, el relato lo asumo yo.

Desde el eclipse solar de Maradona, en mi opinión, varios cometas (como el “Cometa Cruyff”) han maravillado a los humanos sin llegar a ser verdaderos eclipses totales.

Por ejemplo el “Cometa Ronaldinho” puso a bailar a todo el mundo pero fue tan hermoso como efímero. Mi abuelo me dice que más que un cometa, fue una estrella fugaz a la que toda la humanidad le pidió el mismo deseo: que el fútbol sea divertirse, siempre.

El “Cometa Ronaldo Nazario” tenía todo para ser un verdadero eclipse. Pero el calentamiento universal terminó conspirando contra él. El “Cometa Zidane” fue el otro que casi lo logra pero en un mundo terrenal donde la simpatía cuenta, mucha gente con nostalgia se quedó pensando en Ronaldinho.

¿Sabe cuando empieza el último verdadero eclipse? En 2008.

Llevamos 10 años de una de las eras en la historia del fútbol que más serán recordadas. Un Eclipse lunar donde la tierra está interpuesta entre el sol y la luna; entre dos de los mejores jugadores de la historia.

Disfrútelo, es mi invitación.

Cuando me acuerdo de mi abuelo y mi papá, de lo agradecidos que se sintieron de ver sus eclipses, a Di Stefano, Pelé y Maradona, doy gracias por todas las facilidades que tengo para ver a Messi y Cristiano Ronaldo: ver todos sus partidos.

¿No le parece eso un privilegio increíble?

Yo seguiré disfrutando este eclipse. Hasta el final.

Ya de viejo, como mi abuelo, a mi nieto le comprimiré en un minuto los 15 mejores años de mi vida futbolera.