El fútbol, caprichoso, deparó que en la Copa del Mundo de 1998, Irán y Estados Unidos quedaran emparejados en el Grupo F en uno de los momentos, que no han sido pocos, más tensos de la historia entre ambos países. Estados Unidos e Irán no mantienen relaciones diplomáticas desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979. “La Bestia” o el “Gran Satán” son dos expresiones habituales para referirse a Estados Unidos desde Teherán; en Washington, el país asiático siempre aparece en los listados de países que son amenaza a los ideales estadounidenses.
Irán había amenazado con abandonar la cita orbital debido a que estando en plena concentración, una cadena de televisión francesa trasmitió la película "Not without my daughter", filme estadounidense basado en la historia real de Betty Mahmoody y su hija, que intentan escapar de Irán y de su marido. La película estaba prohibida en Irán y su emisión hizo que la delegación iraní entrara en cólera y viera este gesto como una provocación y un intento de los norteamericanos por desconcentrar a sus jugadores.
Finalmente la FIFA convenció al seleccionado iraní para que permaneciera en suelo francés. El partido que debía ser disputado en Lyon, despertaba el morbo del mundo entero y era objeto de fuertes medidas de seguridad por parte de las autoridades francesas. Se rumoraba que grupos opositores al régimen iraní desplegarían acciones políticas en pleno partido; el gobierno francés intentó evitar la entrada de iraníes, provenientes de toda Europa, pero fue inútil, miles de ellos se ubicaron en las tribunas del Stade Gerland el 21 de julio de 1998, en las que se vieron toda clase de manifestaciones políticas.
Y en medio de esa tensión, los jugadores decidieron bajarle el tono al partido. Los iraníes entraron con rosas blancas que le entregaron a cada jugador estadounidense. La foto que normalmente se toman ambos conjuntos por separado, fue tomada de manera conjunta; un iraní al lado de un estadounidense , intercalados, como seres humanos, como hermanos del fútbol; una de las imágenes más hermosas que ha dejado el fútbol y que ignoro por qué es poco conocida.
Luego se dedicaron a jugar fútbol. Nadie calentó el partido, fue un partido intenso pero leal. Irán ganó 2-1. En Teherán se celebró como una victoria moral, fue un día de fiesta nacional. En la cancha los iraníes celebraron a rabiar, sin provocaciones. Hubo hasta intercambio de camisetas.
Esos hombres que jugaron aquella calurosa tarde en Lyon dieron una lección que lamentablemente sus gobiernos no entendieron; la lección del respeto hacia la otredad, de la fraternidad. En una cancha de fútbol es mucho más lo que une que lo que separa, ojalá eso se repitiera en otros escenarios.
Irán había amenazado con abandonar la cita orbital debido a que estando en plena concentración, una cadena de televisión francesa trasmitió la película "Not without my daughter", filme estadounidense basado en la historia real de Betty Mahmoody y su hija, que intentan escapar de Irán y de su marido. La película estaba prohibida en Irán y su emisión hizo que la delegación iraní entrara en cólera y viera este gesto como una provocación y un intento de los norteamericanos por desconcentrar a sus jugadores.
Finalmente la FIFA convenció al seleccionado iraní para que permaneciera en suelo francés. El partido que debía ser disputado en Lyon, despertaba el morbo del mundo entero y era objeto de fuertes medidas de seguridad por parte de las autoridades francesas. Se rumoraba que grupos opositores al régimen iraní desplegarían acciones políticas en pleno partido; el gobierno francés intentó evitar la entrada de iraníes, provenientes de toda Europa, pero fue inútil, miles de ellos se ubicaron en las tribunas del Stade Gerland el 21 de julio de 1998, en las que se vieron toda clase de manifestaciones políticas.
Y en medio de esa tensión, los jugadores decidieron bajarle el tono al partido. Los iraníes entraron con rosas blancas que le entregaron a cada jugador estadounidense. La foto que normalmente se toman ambos conjuntos por separado, fue tomada de manera conjunta; un iraní al lado de un estadounidense , intercalados, como seres humanos, como hermanos del fútbol; una de las imágenes más hermosas que ha dejado el fútbol y que ignoro por qué es poco conocida.
Luego se dedicaron a jugar fútbol. Nadie calentó el partido, fue un partido intenso pero leal. Irán ganó 2-1. En Teherán se celebró como una victoria moral, fue un día de fiesta nacional. En la cancha los iraníes celebraron a rabiar, sin provocaciones. Hubo hasta intercambio de camisetas.
Esos hombres que jugaron aquella calurosa tarde en Lyon dieron una lección que lamentablemente sus gobiernos no entendieron; la lección del respeto hacia la otredad, de la fraternidad. En una cancha de fútbol es mucho más lo que une que lo que separa, ojalá eso se repitiera en otros escenarios.