
Solito, Drogba ganó la Champions League contra el Bayern Munich en 2012. Siete años antes, en 2005, solito también, puso a negociar a las partes en la guerra civil que consumía a Costa de Marfil. Esta es su historia de paz.
8 de octubre de 2005. Los “Elefantes” marfileños se clasificaban por primera vez en su historia a una Copa del Mundo. Su victoria 3-1 ante Sudan puso a celebrar a una nación fragmentada por una guerra fratricida con trasfondos étnicos entre el norte y el sur del país.
En los camerinos, la euforia era total. Las cámaras transmitían en vivo la algarabía de los deportistas cuando de repente Didier pidió un micrófono y dijo:
“Hoy demostramos que todos los marfileños pueden coexistir. Les habíamos prometido esta victoria esperando que la celebración uniera nuestro pueblo. Hoy, les pedimos de rodillas…” (Drogba se arrodilla, sus compañeros lo imitan)
“Perdonémonos. Perdonémonos. Perdonémonos. Por favor dejen las armas. Den paso a las elecciones. Todo puede mejorar.”
Las palabras de Drogba tuvieron un impacto profundo en la sociedad marfileña, desangrada por la política, pero unida por el fútbol. Al cabo de una semana, las partes decretaron un cese al fuego esencial en el futuro proceso de paz.
Dos años después, en 2007, Drogba volvió a comprometerse con la paz, logrando que un partido de eliminatorias se jugara en la ciudad de Bouaké, fortín de la disidencia rebelde de oposición.
Para ponerlo en perspectiva, es como si en el periodo de Pastrana y Tirofijo un partido de eliminatoria se hubiera desarrollado en el Caguán… Ese día los marfileños comulgaron como una sola nación unida durante 90 minutos.
Drogba, un hombre de paz.
8 de octubre de 2005. Los “Elefantes” marfileños se clasificaban por primera vez en su historia a una Copa del Mundo. Su victoria 3-1 ante Sudan puso a celebrar a una nación fragmentada por una guerra fratricida con trasfondos étnicos entre el norte y el sur del país.
En los camerinos, la euforia era total. Las cámaras transmitían en vivo la algarabía de los deportistas cuando de repente Didier pidió un micrófono y dijo:
“Hoy demostramos que todos los marfileños pueden coexistir. Les habíamos prometido esta victoria esperando que la celebración uniera nuestro pueblo. Hoy, les pedimos de rodillas…” (Drogba se arrodilla, sus compañeros lo imitan)
“Perdonémonos. Perdonémonos. Perdonémonos. Por favor dejen las armas. Den paso a las elecciones. Todo puede mejorar.”
Las palabras de Drogba tuvieron un impacto profundo en la sociedad marfileña, desangrada por la política, pero unida por el fútbol. Al cabo de una semana, las partes decretaron un cese al fuego esencial en el futuro proceso de paz.
Dos años después, en 2007, Drogba volvió a comprometerse con la paz, logrando que un partido de eliminatorias se jugara en la ciudad de Bouaké, fortín de la disidencia rebelde de oposición.
Para ponerlo en perspectiva, es como si en el periodo de Pastrana y Tirofijo un partido de eliminatoria se hubiera desarrollado en el Caguán… Ese día los marfileños comulgaron como una sola nación unida durante 90 minutos.
Drogba, un hombre de paz.