
En el acta de defunción se lee “18 de abril, 2017”, pero en realidad el paciente ya estaba enfermo desde hace rato. Inclusive, hoy comprendo que llevaba varios años de fallecido sólo que nadie se había dado cuenta. El oficio del periodista deportivo, otrora digno, había pasado a mejor vida en silencio; dejando en su lugar una nueva raza de díscolos comunicadores.
Pero venga, déjeme contarle lo que sucedió aquel día. Jugaban el Real Madrid contra el Bayern Munich por los cuartos de final de la Liga de Campeones. Con gol en fuera de lugar de Cristiano Ronaldo, el Madrid se había clasificado. Intuí que habría polémica; “culés” y “merengues” se tomarían las redes con sus insultos y memes. Todo transcurría normalmente hasta que lo avisté, un OVNI que tenía paralizado al periodismo deportivo; tres puntos suspensivos que eran “tendencia” mundial.
Si, Gerard Pique había “tuiteado” tres puntos suspensivos y en menos de 5 minutos la maquinaria periodística global había convocado sendos cónclaves para “descifrar” su significado. El mundo estaba paralizado. Con la curiosidad de aquel que se acerca al borde de un precipicio, leía los artículos que se multiplicaban y entendí que estaba ante un virus en plena pandemia.
Nadie tuvo el coraje de decir: “No vamos a darle importancia a la peleíta entre Pique y Ramos.” Pero es que había mucho más que eso en juego: la integridad misma del oficio, agonizante, luchaba por vivir. Parecía un guion de Stanley Kubrick en donde tres puntos suspensivos paralizaban al planeta, movilizando a científicos, teólogos para descifrarlos. Nadie tuvo el coraje de decir: “A la mierda, no voy a cubrir tres puntos suspensivos. No soy un esclavo de las pendejadas de los jugadores y sus redes sociales.”
Nadie lo hizo, porque el estado permanente de pandemia viral es la esencia misma del nuevo periodismo deportivo global. Una desaforada y voraz vocación a vender frivolidades. Y su éxito irrefutable es prueba de que el modelo funciona muy bien. La gente está muy contenta con lo que le vende la prensa de masa, hipnotizada con sus contenidos virales. Un consumidor anestesiado a punta de sandeces.
Ese 18 de abril de 2017, le tomé el pulso al periodismo deportivo, viejo amigo que sabía enfermo. Su corazón no latía. Comprendí que llevaba ya mucho tiempo muerto; sólo yo no me había dado cuenta.
Hoy cualquier persona puede ser “periodista deportivo”. Olvídese del diploma; los 5 años de “formación” y los millones y millones para costear su educación. Olvídese, por favor, de Andrés Marocco diciéndole en los comerciales que hay que “estudiar y prepararse” cuando para cubrir “tres puntos suspensivos” cualquiera, literalmente cualquiera lo puede hacer.
No sea una oveja más. Sea crítico con la prensa deportiva de masa.
Pinceladas de Fútbol, Por Un Periodismo Deportivo Diferente.
Pero venga, déjeme contarle lo que sucedió aquel día. Jugaban el Real Madrid contra el Bayern Munich por los cuartos de final de la Liga de Campeones. Con gol en fuera de lugar de Cristiano Ronaldo, el Madrid se había clasificado. Intuí que habría polémica; “culés” y “merengues” se tomarían las redes con sus insultos y memes. Todo transcurría normalmente hasta que lo avisté, un OVNI que tenía paralizado al periodismo deportivo; tres puntos suspensivos que eran “tendencia” mundial.
Si, Gerard Pique había “tuiteado” tres puntos suspensivos y en menos de 5 minutos la maquinaria periodística global había convocado sendos cónclaves para “descifrar” su significado. El mundo estaba paralizado. Con la curiosidad de aquel que se acerca al borde de un precipicio, leía los artículos que se multiplicaban y entendí que estaba ante un virus en plena pandemia.
Nadie tuvo el coraje de decir: “No vamos a darle importancia a la peleíta entre Pique y Ramos.” Pero es que había mucho más que eso en juego: la integridad misma del oficio, agonizante, luchaba por vivir. Parecía un guion de Stanley Kubrick en donde tres puntos suspensivos paralizaban al planeta, movilizando a científicos, teólogos para descifrarlos. Nadie tuvo el coraje de decir: “A la mierda, no voy a cubrir tres puntos suspensivos. No soy un esclavo de las pendejadas de los jugadores y sus redes sociales.”
Nadie lo hizo, porque el estado permanente de pandemia viral es la esencia misma del nuevo periodismo deportivo global. Una desaforada y voraz vocación a vender frivolidades. Y su éxito irrefutable es prueba de que el modelo funciona muy bien. La gente está muy contenta con lo que le vende la prensa de masa, hipnotizada con sus contenidos virales. Un consumidor anestesiado a punta de sandeces.
Ese 18 de abril de 2017, le tomé el pulso al periodismo deportivo, viejo amigo que sabía enfermo. Su corazón no latía. Comprendí que llevaba ya mucho tiempo muerto; sólo yo no me había dado cuenta.
Hoy cualquier persona puede ser “periodista deportivo”. Olvídese del diploma; los 5 años de “formación” y los millones y millones para costear su educación. Olvídese, por favor, de Andrés Marocco diciéndole en los comerciales que hay que “estudiar y prepararse” cuando para cubrir “tres puntos suspensivos” cualquiera, literalmente cualquiera lo puede hacer.
No sea una oveja más. Sea crítico con la prensa deportiva de masa.
Pinceladas de Fútbol, Por Un Periodismo Deportivo Diferente.