
En la antesala del Mundial de 2014, un humorista belga y la entonces Embajadora de UNICEF en Holanda publicaron imágenes estigmatizando al colombiano como consumidor de cocaina. Para ellos era un chiste inofensivo… que desató la ira de un pais que se indignó.
Nota de protesta diplomática al más alto nivel para defender la “honra” del colombiano. La Embajadora de UNICEF tuvo que renunciar; el humorista belga tuvo que pedir disculpas, con rabia, porque en juego para él estaba la libertad de expresión. Para el mundo está muy bien burlarse del colombiano como drogadicto pero para nosotros no es un chiste.
Hace dos días, Edwin Cardona en un gesto ramplón y maleducado provocó a un jugador coreano con el gesto más ordinario del repertorio: los ojos rasgados para referirse al asiático. Me dirá usted que es una “pendejada”, que deje de escribir sobre estas “estupideces”, que fue una “bobada”, algo “infantil” pero para ellos no lo es. Así como para el colombiano es un insulto la asociación a la cocaina, para el asiático no es agradable en lo más mínimo esta provocación. Para el mundo está muy bien burlarse de los asiáticos por sus ojos rasgados pero para ellos no es un chiste.
Hace poco, en Pinceladas de Fútbol, abrí a debate cómo el racismo contra los jugadores negros se está volviendo parte del folclor nacional: como los niños de hoy están asumiendo que decirle “Negro hijueputa de mierda” en pleno partido a nuestros jugadores negros es normal y correcto al tratarse de un “chiste” y hechos como los gritos de mono, bobadas aisladas sin trascendencia.
La mayoría de respuestas, obviamente de gente blanca, defendió este racismo: que era “molestando”, que ellos no eran “racistas” pero que se les “salía”, que Pinceladas se estaba volviendo “políticamente correcto” y que dejáramos de “joder”, que inclusive los gritos de mono, aunque minoritarios, eran en “broma”. Respuestas en su mayoría de gente blanca que jamás entenderán la rabia que siente un negro cuando lo putean a repetición con veneno y escucha gritos de mono en un estadio, a pesar de lo infantil del gesto. Para el mundo es chistoso burlarse de los jugadores negros por su color de piel pero para ellos no es un chiste.
No le voy a decir como actuar: es un gran debate donde la libertad de expresión entra en juego. ¿Podemos burlarnos de todo? Unos dicen que si, otros que no. Sólo le digo que la frontera entre herir y la broma es muy tenue. Que lo que para usted es un chiste para los demás puede ser una puñalada a la honra. Que usted puede que no sea racista pero no le queda nada bien gritar en frente de su hijo “Negro sesentahiueputa de mierda” en el estadio seguido de gritos de mono.
El humor es una cuestión de perspectiva que toca asumir con responsabilidad.
Nota de protesta diplomática al más alto nivel para defender la “honra” del colombiano. La Embajadora de UNICEF tuvo que renunciar; el humorista belga tuvo que pedir disculpas, con rabia, porque en juego para él estaba la libertad de expresión. Para el mundo está muy bien burlarse del colombiano como drogadicto pero para nosotros no es un chiste.
Hace dos días, Edwin Cardona en un gesto ramplón y maleducado provocó a un jugador coreano con el gesto más ordinario del repertorio: los ojos rasgados para referirse al asiático. Me dirá usted que es una “pendejada”, que deje de escribir sobre estas “estupideces”, que fue una “bobada”, algo “infantil” pero para ellos no lo es. Así como para el colombiano es un insulto la asociación a la cocaina, para el asiático no es agradable en lo más mínimo esta provocación. Para el mundo está muy bien burlarse de los asiáticos por sus ojos rasgados pero para ellos no es un chiste.
Hace poco, en Pinceladas de Fútbol, abrí a debate cómo el racismo contra los jugadores negros se está volviendo parte del folclor nacional: como los niños de hoy están asumiendo que decirle “Negro hijueputa de mierda” en pleno partido a nuestros jugadores negros es normal y correcto al tratarse de un “chiste” y hechos como los gritos de mono, bobadas aisladas sin trascendencia.
La mayoría de respuestas, obviamente de gente blanca, defendió este racismo: que era “molestando”, que ellos no eran “racistas” pero que se les “salía”, que Pinceladas se estaba volviendo “políticamente correcto” y que dejáramos de “joder”, que inclusive los gritos de mono, aunque minoritarios, eran en “broma”. Respuestas en su mayoría de gente blanca que jamás entenderán la rabia que siente un negro cuando lo putean a repetición con veneno y escucha gritos de mono en un estadio, a pesar de lo infantil del gesto. Para el mundo es chistoso burlarse de los jugadores negros por su color de piel pero para ellos no es un chiste.
No le voy a decir como actuar: es un gran debate donde la libertad de expresión entra en juego. ¿Podemos burlarnos de todo? Unos dicen que si, otros que no. Sólo le digo que la frontera entre herir y la broma es muy tenue. Que lo que para usted es un chiste para los demás puede ser una puñalada a la honra. Que usted puede que no sea racista pero no le queda nada bien gritar en frente de su hijo “Negro sesentahiueputa de mierda” en el estadio seguido de gritos de mono.
El humor es una cuestión de perspectiva que toca asumir con responsabilidad.