El partido está por empezar y no le voy a decir quién ganó. (Si ya sabe, lo invitaría a que no lo dijera a los demás en los comentarios). Lo único que diré es que hubo nueve (9) goles. Que fue un encuentro que partió en dos la historia del fútbol.
Que usted, por ser lector de Pinceladas, viajó en el tiempo y es un espectador más en el estadio de Wembley un 25 de noviembre de 1953, donde 105’000 personas están a la espera del pitazo inicial.
Quiero darle algunos elementos conceptuales para que cuando vea el video, se meta en el partido y entienda las muecas, las sonrisas, las lágrimas, la rabia, la euforia, la algarabía que se sintió ese día. Será un gran ejercicio para su cultura futbolera.
Contexto:
Inglaterra, por ser la cuna del fútbol, ejercía una autoridad moral sobre el resto. Ellos eran los inventores. Si bien la Copa del Mundo empieza desde 1930, los ingleses siempre la menospreciaron: Inglaterra no tenía por qué rebajarse a jugar con los demás. Su primera participación sólo fue hasta en 1950, donde los eliminaron en fase de grupos.
Aún así, en la década de los 50’s, los ingleses eran, en el imaginario de muchos, el mejor equipo del mundo. Wembley, era una fortaleza impenetrable. Inglaterra creía honestamente que tenía los mejores jugadores, que su concepción del fútbol físico y directo era la mejor.
Hungría tenía lo suyo. Llegaba al partido con un invicto de 24 juegos. Campeones Olímpicos de los Juegos de Helsinki en 1952, eran dirigidos por Gustav Sebes, un visionario de la táctica. El equipo húngaro, también conocido como los “Magiares poderosos", era también el brazo deportivo del partido comunista de Hungría, donde el éxito en el deporte se vuelve esencial para la política.
Táctica:
Desde Inglaterra se había patentado la táctica que todos usaban en el mundo: 3 defensas; 2 mediocampistas centrales; 2 atacantes retrasados; 3 atacantes netos. Se le conocía como “W-M” por la simetría en la figura. Como todos los equipos del mundo usaban la misma táctica, era un sistema rígido donde prevalecían las marcas personales: cada jugador sabía a quién marcar como si se tratara de un espejo. El juego era tan predecible que los mismos números (del 1 al 11) determinaban los roles de cada uno y a quién marcar.
Hungría también usaba el “W-M” pero… a su manera. Se lo apropiaron. No era rígido. Le metieron dinamismo, fluidez, polivalencia, sorpresa: fue un precursor del “fútbol total” que vendría después. Los delanteros se descolgaban, bajaban, volanteaban; los defensas subían, apoyaban; los volantes se volvían atacantes y también defendían. Una partitura impredecible. Explotar los espacios era la consigna; la solidaridad como equipo, la base.
Los jugadores llamados a hacer la diferencia:
Por Inglaterra se esperaba mucho del volante Stanley Matthews y el delantero Stan Mortensen.
De Hungría, ya se hablaba bastante del gran poder ofensivo de Ferenc Puskás, Sandor Kocsis, Zoltan Czibor y Nandor Hidegkuti. Este último, corrían los rumores, era el arma letal húngara, al llevar el “n.9” del delantero centro neto para descolgarse siempre y dar la sorpresa desde atrás. Dicen que volvía loco a sus marcas.
Listo.
El partido va a empezar. Los de negro son Hungría y los de blanco Inglaterra.
Ahora si.
Vea el video.
Sea uno de los 105’000 almas que se congregaron esa tarde en Wembley.
Sea parte de la historia del fútbol.
Que usted, por ser lector de Pinceladas, viajó en el tiempo y es un espectador más en el estadio de Wembley un 25 de noviembre de 1953, donde 105’000 personas están a la espera del pitazo inicial.
Quiero darle algunos elementos conceptuales para que cuando vea el video, se meta en el partido y entienda las muecas, las sonrisas, las lágrimas, la rabia, la euforia, la algarabía que se sintió ese día. Será un gran ejercicio para su cultura futbolera.
Contexto:
Inglaterra, por ser la cuna del fútbol, ejercía una autoridad moral sobre el resto. Ellos eran los inventores. Si bien la Copa del Mundo empieza desde 1930, los ingleses siempre la menospreciaron: Inglaterra no tenía por qué rebajarse a jugar con los demás. Su primera participación sólo fue hasta en 1950, donde los eliminaron en fase de grupos.
Aún así, en la década de los 50’s, los ingleses eran, en el imaginario de muchos, el mejor equipo del mundo. Wembley, era una fortaleza impenetrable. Inglaterra creía honestamente que tenía los mejores jugadores, que su concepción del fútbol físico y directo era la mejor.
Hungría tenía lo suyo. Llegaba al partido con un invicto de 24 juegos. Campeones Olímpicos de los Juegos de Helsinki en 1952, eran dirigidos por Gustav Sebes, un visionario de la táctica. El equipo húngaro, también conocido como los “Magiares poderosos", era también el brazo deportivo del partido comunista de Hungría, donde el éxito en el deporte se vuelve esencial para la política.
Táctica:
Desde Inglaterra se había patentado la táctica que todos usaban en el mundo: 3 defensas; 2 mediocampistas centrales; 2 atacantes retrasados; 3 atacantes netos. Se le conocía como “W-M” por la simetría en la figura. Como todos los equipos del mundo usaban la misma táctica, era un sistema rígido donde prevalecían las marcas personales: cada jugador sabía a quién marcar como si se tratara de un espejo. El juego era tan predecible que los mismos números (del 1 al 11) determinaban los roles de cada uno y a quién marcar.
Hungría también usaba el “W-M” pero… a su manera. Se lo apropiaron. No era rígido. Le metieron dinamismo, fluidez, polivalencia, sorpresa: fue un precursor del “fútbol total” que vendría después. Los delanteros se descolgaban, bajaban, volanteaban; los defensas subían, apoyaban; los volantes se volvían atacantes y también defendían. Una partitura impredecible. Explotar los espacios era la consigna; la solidaridad como equipo, la base.
Los jugadores llamados a hacer la diferencia:
Por Inglaterra se esperaba mucho del volante Stanley Matthews y el delantero Stan Mortensen.
De Hungría, ya se hablaba bastante del gran poder ofensivo de Ferenc Puskás, Sandor Kocsis, Zoltan Czibor y Nandor Hidegkuti. Este último, corrían los rumores, era el arma letal húngara, al llevar el “n.9” del delantero centro neto para descolgarse siempre y dar la sorpresa desde atrás. Dicen que volvía loco a sus marcas.
Listo.
El partido va a empezar. Los de negro son Hungría y los de blanco Inglaterra.
Ahora si.
Vea el video.
Sea uno de los 105’000 almas que se congregaron esa tarde en Wembley.
Sea parte de la historia del fútbol.