
En tiempos donde los verdaderos capitanes están escasos en el fútbol, vale la pena recordar a uno, en todo el sentido de la palabra, y es que no es para menos, ya que para que un bajito defensa central peruano, fuera elegido en un equipo de estrellas de Latinoamérica como el caudillo portador de la cinta, y todo lo que ella representa, se debía tener alguna cualidad especial.
Con apenas 1,71 mts de altura, Héctor Chumpitaz, era un gigante de las áreas, tanto para defender como para ofender. Este nacido en el país inca, en 1944, se hizo famoso como futbolista en el Universitario de Lima, al que llegaría en 1966 y permanecería por cerca de 10 años, siendo un referente del equipo desde que llegó, su personalidad contrastaba de manera proporcional con su altura física, con el equipo crema llegó a una final de copa libertadores de América, y logró múltiples títulos locales, sin embargo, las más grandes proezas de este guerrero inca se escribirían en su selección.
Para todo conocedor del fútbol, no es un secreto que la selección Peruana tuvo su época dorada, aquella en la que fueron reyes de América y protagonistas de un par de mundiales, era una armonía de toques con diversos artistas como Uribe, Cubillas, Oblitas, entre otros. Lo que no todos saben es que el soporte de aquella orquesta venía de atrás, un bastión que empujaba sin cansarse, ese era el capitán Héctor Chumpitaz.
Los mundiales del 70 y el 78 y la copa América del 75, fueron los escenarios en los que “Chumpi” se hizo inmortal, fue tal su personalidad, que el 31 de octubre de 1973, se disputó un partido entre las estrellas de Europa y las de América. Aunque a beneficio, se jugaba para demostrar condiciones, y en un equipo en el que estaban figuras como Rivelino, Brindisi, Cubillas, Enrique Borja, Hugo Sotil y Carlos Caszely, el elegido para ser el capitán de América fue aquel pequeño gigante de la defensa. El resultado de aquel épico encuentro fue 4 a 4, “Chumpi” anotó de penal en el minuto 80 lo que sería el empate final.
En la actualidad son pocos los bastiones que se destacan en sus equipos, sin irnos más lejos, se puede considerar que la selección colombiana no tiene hoy, un jugador como Chumpitaz, ese pilar fundamental en el que se apoya cualquier equipo, un verdadero capitán de América.
Con apenas 1,71 mts de altura, Héctor Chumpitaz, era un gigante de las áreas, tanto para defender como para ofender. Este nacido en el país inca, en 1944, se hizo famoso como futbolista en el Universitario de Lima, al que llegaría en 1966 y permanecería por cerca de 10 años, siendo un referente del equipo desde que llegó, su personalidad contrastaba de manera proporcional con su altura física, con el equipo crema llegó a una final de copa libertadores de América, y logró múltiples títulos locales, sin embargo, las más grandes proezas de este guerrero inca se escribirían en su selección.
Para todo conocedor del fútbol, no es un secreto que la selección Peruana tuvo su época dorada, aquella en la que fueron reyes de América y protagonistas de un par de mundiales, era una armonía de toques con diversos artistas como Uribe, Cubillas, Oblitas, entre otros. Lo que no todos saben es que el soporte de aquella orquesta venía de atrás, un bastión que empujaba sin cansarse, ese era el capitán Héctor Chumpitaz.
Los mundiales del 70 y el 78 y la copa América del 75, fueron los escenarios en los que “Chumpi” se hizo inmortal, fue tal su personalidad, que el 31 de octubre de 1973, se disputó un partido entre las estrellas de Europa y las de América. Aunque a beneficio, se jugaba para demostrar condiciones, y en un equipo en el que estaban figuras como Rivelino, Brindisi, Cubillas, Enrique Borja, Hugo Sotil y Carlos Caszely, el elegido para ser el capitán de América fue aquel pequeño gigante de la defensa. El resultado de aquel épico encuentro fue 4 a 4, “Chumpi” anotó de penal en el minuto 80 lo que sería el empate final.
En la actualidad son pocos los bastiones que se destacan en sus equipos, sin irnos más lejos, se puede considerar que la selección colombiana no tiene hoy, un jugador como Chumpitaz, ese pilar fundamental en el que se apoya cualquier equipo, un verdadero capitán de América.