De Europa llega un barco cargado de futbolistas, árbitros, un rey, un trofeo. Y días después llega otro barco con más jugadores mientras que un equipo por llegar tarde a un puerto quedó eliminado del primer mundial de la historia. Bienvenidos a la historia del Conte Verde.
Cuando Uruguay fue designada como sede del Mundial, Europa se mostró bastante contrariada por lo que desde el principio muchas naciones del Viejo Continente mostraron poco interés en participar. La Crisis de 1929 fue la justificación perfecta para dar por cerrada cualquier posibilidad de tener equipos europeos en el primer mundial de la historia. Jules Rimet veía como su proyecto nacía muerto, afectado por un boicot de las naciones europeas, herido de muerte por el colapso económico mundial y eventualmente varios equipos americanos empezaron a dudar del proyecto Mundial.
Llegada la fecha límite ninguna nación europea estaba inscrita. Fue allí cuando Rimet empezó a hacer un gran lobby por Europa casi que rogando a varias federaciones para aceptar ir a Uruguay. Logró convencer a los dirigentes e su país natal, Francia, y gracias al vicepresidente de la FIFA, de nacionalidad belga, los Diablos Rojos también aceptaron. En Rumania, un país con escasos partidos internacionales, Rimet fue exitoso al convencer al rey el cual era alemán y que vio en el fútbol una manera e acercarse a su pueblo. Más adelante rey Carol de Rumania a su vez logró convencer a Yugoslavia de participar y fue así como cuatro europeos aceptaron hacer historia e ir a Uruguay.
Rumania abordaría en Génova al crucero Conte Verde y en la Costa Azul recogerían a los franceses, a Jules Rimet a los árbitros y ni más ni menos al invitado más importante de todos: el trofeo. Finalmente en Barcelona los belgas se unirían al barco del Mundial. Yugoslavia había aceptado ir al mundial pero cuando dieron el sí, el Conte Verde ya había zarpado por lo que contrataron otro barco, el Florida, en el cual también viajaría el equipo 14 del Mundial: Egipto. Dicha selección era la única federación africana miembro de la FIFA pero nunca llegaría a Uruguay: el barco que los llevaría al puerto donde subirían al Florida llegó tarde y cuando los faraones llegaron el Florida ya iba rumbo a Montevideo. Por llegar tarde, Egipto quedó fuera del mundial.
Mientras tanto el Conte Verde cruzaba el Atlántico pero las condiciones no eran aptas para entrenar ya que era un crucero con una primera clase enfocada en el lujo y no en el deporte. El rey de Rumania mientras tanto le indicó a sus jugadores cual era la manera ideal para posar para las fotos y los franceses acomodaron algunas sillas para improvisar algunos ejercicios físicos. Los belgas mientras tanto hicieron uso del gimnasio del crucero para mantener su forma física. En el Florida los yugoslavos trotaban en el barco como su única manera de entrenar.
Cuando el Conte Verde por fin llegó al otro lado del océano, serían los brasileros los últimos en abordarlo para llegar a Montevideo. La Copa Mundo se había salvado con un número extraño de participantes, 13, pero el torneo arrancaría. Con alguna improvisación, con urgencias de último momento, Montevideo recibió a los europeos siendo los yugoslavos los últimos en cruzar el Atlántico. Ninguno de los pasajeros lo sabía pero estaban dando las primeras pinceladas de los mundiales.
El Conte Verde seguiría su camino y más adelante sería importante en la historia de la Segunda Guerra Mundial al llevar a judíos a China, al ser escenario de intercambio entre funcionarios japoneses y norteamericanos en Mozambique hasta terminar hundido en Asia como manera de bloquear la salida de barcos japoneses.
Cuando el Conte Verde salió de Génova, el Mundial nacía.