
Me soñé un Mundo con Tecnología y…
… a Maradona le anulaban su “mano de Dios”. Por el hecho malicioso, captado por video, lo expulsaban. Se acababa el mundial para él; para Argentina también. Sin su mejor jugador y un hombre menos, no demoraron en rendirse. Empoderados, los ingleses eran campeones.
La carrera de Maradona cambiaba para siempre: no fue campeón del mundo y tampoco hizo aquella pintura que hoy catalogamos como “el mejor gol de la historia”.
A Rivaldo y a Busquets, los expulsaban por sus vulgares simulaciones respectivas; la del brasilero en 2002 y la del español en 2010. Tan avergonzados quedaban que en sus vidas se les ocurría volver a simular así, sabiendo del ojo omnipresente de las cámaras.
En 2009, Ovrebbo no puede meterle la mano a la vuelta de la eliminatoria Chelsea – Barcelona. Las cámaras lo obligarían a no ser tan descarado y ladrón. El gol de Iniesta no hubiera ocurrido; la era dorada del Barcelona hubiera quedado en un limbo.
Henry, en 2009, por su criminal mano, lo expulsaban. Irlanda, que jugaba mejor, con este hombre de más lograba lo impensado: sacar a los todopoderosos franceses y clasificar al mundial de 2010.
Por último, ese “gol de Yepes”, tan complejo, tan enigmático, se hubiera decidido a punta de ángulos y repeticiones de video. El planeta en vilo: académicos del arbitraje debatiendo entre ellos porque es la hora que ni se sabe si fue o no.
Pero…¿saben que es lo más irónico?
Que un 80% de los casos para los que se pide tecnología no existirían si los jugadores fueran honestos.
El fútbol, refleja nuestra esencia humana: ganar como sea. Una teatralización donde todos nos creemos buenos y honestos hasta que llega ese penalti simulado que nos lleva al mundial, que gritamos y agradecemos con el alma. El fin justifica los medios.
… a Maradona le anulaban su “mano de Dios”. Por el hecho malicioso, captado por video, lo expulsaban. Se acababa el mundial para él; para Argentina también. Sin su mejor jugador y un hombre menos, no demoraron en rendirse. Empoderados, los ingleses eran campeones.
La carrera de Maradona cambiaba para siempre: no fue campeón del mundo y tampoco hizo aquella pintura que hoy catalogamos como “el mejor gol de la historia”.
A Rivaldo y a Busquets, los expulsaban por sus vulgares simulaciones respectivas; la del brasilero en 2002 y la del español en 2010. Tan avergonzados quedaban que en sus vidas se les ocurría volver a simular así, sabiendo del ojo omnipresente de las cámaras.
En 2009, Ovrebbo no puede meterle la mano a la vuelta de la eliminatoria Chelsea – Barcelona. Las cámaras lo obligarían a no ser tan descarado y ladrón. El gol de Iniesta no hubiera ocurrido; la era dorada del Barcelona hubiera quedado en un limbo.
Henry, en 2009, por su criminal mano, lo expulsaban. Irlanda, que jugaba mejor, con este hombre de más lograba lo impensado: sacar a los todopoderosos franceses y clasificar al mundial de 2010.
Por último, ese “gol de Yepes”, tan complejo, tan enigmático, se hubiera decidido a punta de ángulos y repeticiones de video. El planeta en vilo: académicos del arbitraje debatiendo entre ellos porque es la hora que ni se sabe si fue o no.
Pero…¿saben que es lo más irónico?
Que un 80% de los casos para los que se pide tecnología no existirían si los jugadores fueran honestos.
El fútbol, refleja nuestra esencia humana: ganar como sea. Una teatralización donde todos nos creemos buenos y honestos hasta que llega ese penalti simulado que nos lleva al mundial, que gritamos y agradecemos con el alma. El fin justifica los medios.