
Cuando a las generaciones actuales se les pregunta por los grandes jugadores la República Checa, rápidamente se hace referencia a representantes como Pavel Nedved, Tomas Rosicky o Milan Baros, sin embargo, cuando la Uefa le pidió a la federación checa que le enviara el nombre de su mejor jugador en todo el siglo XX, estos sin dudarlo registraron a Josef Masopust, una leyenda viva, que se ganó el respeto del mismo Pelé, que cuando lo enfrentó no podía creer que no fuera brasileño.
Masopust, nacido en 1931, se hizo famoso en el mítico club Dukla de Praga, en el que jugó la gran parte de su carrera donde cosechó múltiples títulos, metiéndose tanto en la memoria de dicho equipo, que sus hinchas le hicieron una estatua de tamaño natural en la entrada de su estadio.
Pero fue en la selección Checoslovaca en la que este portentoso jugador se destacaría mundialmente, pues contra todos los pronósticos, la llevaría de su mano a la final del mundial celebrado en Chile en 1962, incluso, en dicho partido adelantó en el marcado a su equipo que aunque perdería finalmente por 3 a 1 frente a la poderosa Brasil, de Pelé y Garrincha, dejó los mejores comentarios de un país con un limitada tradición futbolera, pero en especial de un jugador con una manera tan especial de driblar rivales que a dichos regates se les conocería por siempre como “El eslalon de Masopust”.
Ese año inclusive por delante del Gran Eusebio, Masopust ganaría el Balón de Oro de la UEFA, siendo claro, el primer jugador de su país en recibir esta distinción, además recibiría por la FIFA el premio al Fair Play, siempre se le conoció como un jugador limpio y amable. Cuenta “o Rei” Pelé que cuando jugaron en la primera fase del mundial de Chile, el checoslovaco se rehusó a entrarle fuertemente pues sabía que el crack brasileño cojeaba debido a una lesión que presentaba.
La historia dirá, que mucho antes que Nedved había alguien al que le llamaron “El caballero”, que nunca perdía un balón, jugaba en corto y de manera precisa, hasta encontrar el espacio para iniciar el camino hacia la gloria, con su eslalon Masopust.
Masopust, nacido en 1931, se hizo famoso en el mítico club Dukla de Praga, en el que jugó la gran parte de su carrera donde cosechó múltiples títulos, metiéndose tanto en la memoria de dicho equipo, que sus hinchas le hicieron una estatua de tamaño natural en la entrada de su estadio.
Pero fue en la selección Checoslovaca en la que este portentoso jugador se destacaría mundialmente, pues contra todos los pronósticos, la llevaría de su mano a la final del mundial celebrado en Chile en 1962, incluso, en dicho partido adelantó en el marcado a su equipo que aunque perdería finalmente por 3 a 1 frente a la poderosa Brasil, de Pelé y Garrincha, dejó los mejores comentarios de un país con un limitada tradición futbolera, pero en especial de un jugador con una manera tan especial de driblar rivales que a dichos regates se les conocería por siempre como “El eslalon de Masopust”.
Ese año inclusive por delante del Gran Eusebio, Masopust ganaría el Balón de Oro de la UEFA, siendo claro, el primer jugador de su país en recibir esta distinción, además recibiría por la FIFA el premio al Fair Play, siempre se le conoció como un jugador limpio y amable. Cuenta “o Rei” Pelé que cuando jugaron en la primera fase del mundial de Chile, el checoslovaco se rehusó a entrarle fuertemente pues sabía que el crack brasileño cojeaba debido a una lesión que presentaba.
La historia dirá, que mucho antes que Nedved había alguien al que le llamaron “El caballero”, que nunca perdía un balón, jugaba en corto y de manera precisa, hasta encontrar el espacio para iniciar el camino hacia la gloria, con su eslalon Masopust.