
El Mundial de 2002 se vislumbraba en el horizonte, y con él la última chance para muchos jugadores de estar presentes en el evento más importante del planeta fútbol.
Roberto Baggio, figura indiscutible de Italia en los tres previos mundiales, no tenía asegurado su lugar: veterano, las lesiones venían mermando su rendimiento y si bien en el Brescia había retomado su nivel, Trapattoni parecía decantarse por jugadores más jóvenes.
Se acercaba el día de la lista definitiva, y los rumores apuntaban a que Baggio no iba a ser convocado, sobre todo a raiz de una lesión reciente. Desesperado, el prodigio italiano escribe una carta abierta al técnico de la Nazionale, la cual envía también a un conocido periódico deportivo. Palabras más, palabras menos la carta decía lo siguiente:
" Hace dos años, decidí quedarme en Italia escogiendo al Brescia y a su técnico Mazzone para intentar hacerme con un lugar en el equipo que va al Mundial. Mi experiencia con este equipo ha sido muy valiosa en el plano personal y también con miras a convencer al país de que todavía puedo jugar con la Nazionale. He hecho todo esto porque la camiseta de la selección es la única que siento hecha a mi medida, y a esa camiseta quiero ofrecerle todo mi esfuerzo una última vez durante el Mundial.
Durante los últimos 90 días he trabajado con gran intensidad y constante determinación, cada instante de cada día, en gimnasios, en el campo, en la piscina, renunciando a estar cerca de mis seres queridos.Si en últimas no soy convocado, aceptaré el amargo trago de saber que no iré, pero no tendré ningún remordimiento pues lo habré intentado todo."
La carta no logró conmover a Trap... pero si a miles de italianos que hicieron campaña, en vano, a favor de Roberto Baggio.
Roberto Baggio, figura indiscutible de Italia en los tres previos mundiales, no tenía asegurado su lugar: veterano, las lesiones venían mermando su rendimiento y si bien en el Brescia había retomado su nivel, Trapattoni parecía decantarse por jugadores más jóvenes.
Se acercaba el día de la lista definitiva, y los rumores apuntaban a que Baggio no iba a ser convocado, sobre todo a raiz de una lesión reciente. Desesperado, el prodigio italiano escribe una carta abierta al técnico de la Nazionale, la cual envía también a un conocido periódico deportivo. Palabras más, palabras menos la carta decía lo siguiente:
" Hace dos años, decidí quedarme en Italia escogiendo al Brescia y a su técnico Mazzone para intentar hacerme con un lugar en el equipo que va al Mundial. Mi experiencia con este equipo ha sido muy valiosa en el plano personal y también con miras a convencer al país de que todavía puedo jugar con la Nazionale. He hecho todo esto porque la camiseta de la selección es la única que siento hecha a mi medida, y a esa camiseta quiero ofrecerle todo mi esfuerzo una última vez durante el Mundial.
Durante los últimos 90 días he trabajado con gran intensidad y constante determinación, cada instante de cada día, en gimnasios, en el campo, en la piscina, renunciando a estar cerca de mis seres queridos.Si en últimas no soy convocado, aceptaré el amargo trago de saber que no iré, pero no tendré ningún remordimiento pues lo habré intentado todo."
La carta no logró conmover a Trap... pero si a miles de italianos que hicieron campaña, en vano, a favor de Roberto Baggio.