
Desde su fundación en 1934, la liga portuguesa únicamente ha tenido 5 campeones. Para más piedra, dos de ellos (Boavista y Belenenses) sólo tienen una estrella. Déjeme hacer las matemáticas por usted. Entre el Benfica (36), el Porto (27) y el Sporting (18) se reparten 81 de los 83 títulos disputados (el 97%). El oráculo es parcializado… pero no importa, los hinchas del Braga, del Belenenses y demás sigue creyendo.
La liga escocesa es otro caso extremo. La última vez que en Escocia un equipo diferente al Rangers (54 títulos) o al Celtic (48 títulos) ganó la liga fue en 1984. Hace 33 años dos equipos vienen alternando el campeonato; una especie de Frente Nacional pactado por el poderío de esos dos monumentos. Desde 1890, de los 127 campeonatos disputados, ambos equipos han ganado 102 (el 80%). Y… ¿sabe? Los estadios siempre están llenos. Cada temporada se intuye el inevitable desenlace pero los hinchas del Aberdeen, Hibernian, Motherwell y demás creen en el milagro.
La Bundesliga, desde su creación en 1963, sólo la han ganado 12 equipos. En esos 54 años, el Bayern Munich ha sido campeón en 26 ocasiones. ¿El seguidor más cercano? Borussia Dortmund con 5 títulos… La dramaturgia alemana tiene otra variable: ningún equipo del este del pais o de Berlín ha quedado campeón. Y…¿sabe? El fervor con el que viven el fútbol alemán es una locura. Los hinchas del Augsburg o Ingolstadt creen en el milagro.
En Italia las cosas son similares. Un monopolio de tres equipos. En efecto, para encontrar al último campeón distinto a la Juventus (33 titulos) Milan (18 títulos) e Inter (18 títulos) toca invocar a la Roma de Capello, Batistuta y Montella del año 2000, una hermosa excepción. ¿Antes que eso? Sería la Sampdoria en 1991. La narrativa italiana se nutre además de una dimensión territorial, donde el poderío económico del norte se ve reflejado en títulos. Desde su fundación en 1929, sólo dos equipos del sur han ganado la liga: el Cagliari en 1970 y el maravilloso Napoli de Diego Armando Maradona en 1986. Dicho sea de paso, por eso que es que admiro tanto al Diego: su gesta con el Napoli es un milagro, una anomalía matemática, un desafío a los poderosos.
¿La Liga Española, la Premier, la Champions o el mismo Fútbol Colombiano? Esas son fáciles. Se las dejo de tarea.
El mensaje de este escrito es simple y seré directo. Entre hombres de fútbol que medianamente respeten este deporte hay un pacto de caballeros, que en tierras subdesarrolladas como esta se tiende a olvidar: Usted no se burla de alguien por ser hincha de un equipo chico.
Si usted es hincha del Barcelona, Real Madrid, Juventus, Bayern y demás locomotoras, viva con fervor su pasión. Pero, siendo honestos, su acto de fe es relativo; su milagro ocurre todas las temporadas. Se asemeja a una sublime atardecer, que igual usted sabe, volverá a suceder. Disfrútelo, ojalá con humildad.
Cosa muy diferente para todos aquellos que con humildad y devoción probablemente nunca verán a su equipo campeón siquiera de una copa nacional; al menos jugar una final. Ellos, que al principio de la temporada igual compran el abono para ver a su Rayo Vallecano, al Newcastle o al Mainz y llenan con pasión esos estadios. Que llevan a sus hijos y les inculcan el deber máximo de la lealtad. El de ellos, es el acto de fe máximo; el que invoca verdaderos milagros.
Nunca, jamás se burle de un hincha de equipo “chico”. Ellos son, en últimas, los de admirar en este predecible guión del fútbol global.
La liga escocesa es otro caso extremo. La última vez que en Escocia un equipo diferente al Rangers (54 títulos) o al Celtic (48 títulos) ganó la liga fue en 1984. Hace 33 años dos equipos vienen alternando el campeonato; una especie de Frente Nacional pactado por el poderío de esos dos monumentos. Desde 1890, de los 127 campeonatos disputados, ambos equipos han ganado 102 (el 80%). Y… ¿sabe? Los estadios siempre están llenos. Cada temporada se intuye el inevitable desenlace pero los hinchas del Aberdeen, Hibernian, Motherwell y demás creen en el milagro.
La Bundesliga, desde su creación en 1963, sólo la han ganado 12 equipos. En esos 54 años, el Bayern Munich ha sido campeón en 26 ocasiones. ¿El seguidor más cercano? Borussia Dortmund con 5 títulos… La dramaturgia alemana tiene otra variable: ningún equipo del este del pais o de Berlín ha quedado campeón. Y…¿sabe? El fervor con el que viven el fútbol alemán es una locura. Los hinchas del Augsburg o Ingolstadt creen en el milagro.
En Italia las cosas son similares. Un monopolio de tres equipos. En efecto, para encontrar al último campeón distinto a la Juventus (33 titulos) Milan (18 títulos) e Inter (18 títulos) toca invocar a la Roma de Capello, Batistuta y Montella del año 2000, una hermosa excepción. ¿Antes que eso? Sería la Sampdoria en 1991. La narrativa italiana se nutre además de una dimensión territorial, donde el poderío económico del norte se ve reflejado en títulos. Desde su fundación en 1929, sólo dos equipos del sur han ganado la liga: el Cagliari en 1970 y el maravilloso Napoli de Diego Armando Maradona en 1986. Dicho sea de paso, por eso que es que admiro tanto al Diego: su gesta con el Napoli es un milagro, una anomalía matemática, un desafío a los poderosos.
¿La Liga Española, la Premier, la Champions o el mismo Fútbol Colombiano? Esas son fáciles. Se las dejo de tarea.
El mensaje de este escrito es simple y seré directo. Entre hombres de fútbol que medianamente respeten este deporte hay un pacto de caballeros, que en tierras subdesarrolladas como esta se tiende a olvidar: Usted no se burla de alguien por ser hincha de un equipo chico.
Si usted es hincha del Barcelona, Real Madrid, Juventus, Bayern y demás locomotoras, viva con fervor su pasión. Pero, siendo honestos, su acto de fe es relativo; su milagro ocurre todas las temporadas. Se asemeja a una sublime atardecer, que igual usted sabe, volverá a suceder. Disfrútelo, ojalá con humildad.
Cosa muy diferente para todos aquellos que con humildad y devoción probablemente nunca verán a su equipo campeón siquiera de una copa nacional; al menos jugar una final. Ellos, que al principio de la temporada igual compran el abono para ver a su Rayo Vallecano, al Newcastle o al Mainz y llenan con pasión esos estadios. Que llevan a sus hijos y les inculcan el deber máximo de la lealtad. El de ellos, es el acto de fe máximo; el que invoca verdaderos milagros.
Nunca, jamás se burle de un hincha de equipo “chico”. Ellos son, en últimas, los de admirar en este predecible guión del fútbol global.