
Cuando vaya a Glasgow, Escocia, por cultura general (por su bienestar físico también) lo mínimo que debería saber es que los de verde le van al Celtic y son (en su mayoría) católicos mientras que los de azul son del Rangers y son protestantes. No se llevan bien. Mi colega #Zepp ya habló de la magia del “Old Firm”, el Clásico Escocés: (http://www.pinceladasdefutbol.com/old-firm-el-claacutesico-…)
¿Pero sabía usted que, durante muchas décadas, por pura convicción religiosa, el Rangers estableció una política anti-católicos para enaltecer su credo y tradición protestante?
Fundado en 1872, su afiliación protestante se fue esculpiendo en respuesta al vertiginoso éxito del Celtic, equipo católico. Una gran parte de la sociedad escocesa exigió que en el fútbol hubiera un equipo que defendiera los valores del protestantismo. Ese iba a ser el Rangers. En 1888 se jugó el primer partido entre ambos bandos: ganó el Celtic. Una rivalidad sin igual en la historia del fútbol empezaba.
Desde entonces, fiel a su credo religioso, el Rangers estableció una regla no escrita de discriminación de jugadores católicos. Podían ser excelentes, baratos, inclusive regalados; un católico no era digno de ponerse ese uniforme azul. Era una discriminación silenciosa, no escrita: nadie quería problemas con la UEFA.
En 1965, Ralph Brand, jugador del Rangers, fue fichado por el Manchester City. En su rueda de prensa de presentación, un habilidoso periodista logró sacarle la verdad: en el estadio de Ibrox los católicos no son bienvenidos ni vestirán la camiseta azul. El ala más conservadora y radical de su hinchada celebraba esta postura pero el Rangers ya se estaba convirtiendo en un símbolo incómodo de intolerancia. Los hooligans no ayudaban: era común verlos atacando a sus rivales invocando diferencias religiosas. La situación no era sostenible.
En 1986, Graeme Souness, leyenda escocesa y del Liverpool de paso, asumió las riendas del equipo de Ibrox. Soplaban vientos de cambio. Souness era un tipo que le gustaba ir en contra del protocolo (Sólo él para para casi desatar una guerra civil en un estadio turco años después: http://www.pinceladasdefutbol.com/la-locura-de-souness.html)
Cansado de tanta arbitrariedad, decide contratar en 1989 a Mo Johnston, un jugador abiertamente católico y además… del Celtic. Casi se les viene el mundo encima. Hasta guardaespaldas tuvieron que ponerles. Pero el fútbol se encargó zanjar el debate religioso. Johnston, el católico, se puso la remera azul del Rangers, protestante, logrando 46 goles en 100 partidos. Nada mal para un “hereje”.
El mundo no se acabó ni el dios protestante pareció importarle. Desde entonces, el Rangers se ha liberalizado más, contratado uno que otro jugador católico y teniendo incluso capitanes de esta religión como Lorenzo Amoruso.
¿Pero sabía usted que, durante muchas décadas, por pura convicción religiosa, el Rangers estableció una política anti-católicos para enaltecer su credo y tradición protestante?
Fundado en 1872, su afiliación protestante se fue esculpiendo en respuesta al vertiginoso éxito del Celtic, equipo católico. Una gran parte de la sociedad escocesa exigió que en el fútbol hubiera un equipo que defendiera los valores del protestantismo. Ese iba a ser el Rangers. En 1888 se jugó el primer partido entre ambos bandos: ganó el Celtic. Una rivalidad sin igual en la historia del fútbol empezaba.
Desde entonces, fiel a su credo religioso, el Rangers estableció una regla no escrita de discriminación de jugadores católicos. Podían ser excelentes, baratos, inclusive regalados; un católico no era digno de ponerse ese uniforme azul. Era una discriminación silenciosa, no escrita: nadie quería problemas con la UEFA.
En 1965, Ralph Brand, jugador del Rangers, fue fichado por el Manchester City. En su rueda de prensa de presentación, un habilidoso periodista logró sacarle la verdad: en el estadio de Ibrox los católicos no son bienvenidos ni vestirán la camiseta azul. El ala más conservadora y radical de su hinchada celebraba esta postura pero el Rangers ya se estaba convirtiendo en un símbolo incómodo de intolerancia. Los hooligans no ayudaban: era común verlos atacando a sus rivales invocando diferencias religiosas. La situación no era sostenible.
En 1986, Graeme Souness, leyenda escocesa y del Liverpool de paso, asumió las riendas del equipo de Ibrox. Soplaban vientos de cambio. Souness era un tipo que le gustaba ir en contra del protocolo (Sólo él para para casi desatar una guerra civil en un estadio turco años después: http://www.pinceladasdefutbol.com/la-locura-de-souness.html)
Cansado de tanta arbitrariedad, decide contratar en 1989 a Mo Johnston, un jugador abiertamente católico y además… del Celtic. Casi se les viene el mundo encima. Hasta guardaespaldas tuvieron que ponerles. Pero el fútbol se encargó zanjar el debate religioso. Johnston, el católico, se puso la remera azul del Rangers, protestante, logrando 46 goles en 100 partidos. Nada mal para un “hereje”.
El mundo no se acabó ni el dios protestante pareció importarle. Desde entonces, el Rangers se ha liberalizado más, contratado uno que otro jugador católico y teniendo incluso capitanes de esta religión como Lorenzo Amoruso.