
Marx afirmó en una de sus obras que “la religión es el opio del pueblo”. Para algunos si el filósofo alemán hubiese nacido un siglo más tarde la frase sería “el fútbol es el opio del pueblo”. Ya decía Eduardo Galeano que el fútbol se parece a Dios “en la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.” Es innegable que el balompié ha sido utilizado por la política en muchas ocasiones con diferentes propósitos, y en ese marco en Colombia no hemos sido ajenos a esta intrincada relación.
En 1985 tuvo lugar en nuestro país la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y la retoma que hizo el Ejército Nacional. Con muchas preguntas por resolver de lo sucedido ese día el país todavía se lamenta de lo ocurrido en esa nefasta jornada. Y entre las cosas que pasaron el fútbol se vio salpicado, usado como una cortina de humo.
Para ese entonces el fútbol no era un producto televisivo. Se consideraba que trasmitirlo alejaba a la gente del estadio. La radio era el medio idóneo para llevar hasta los hogares lo que sucedía en las canchas del país.
El 6 de noviembre de 1985 se tenía que disputar en el Campín un encuentro correspondiente a la segunda fecha del octogonal final entre Millonarios y Unión Magdalena. No era un partido especialmente importante. La sorpresa fue mayúscula para los televidentes cuando sin previo aviso el encuentro apareció en las pantallas de los colombianos.
Es un misterio cómo hizo el Ministerio de Comunicaciones, en cabeza por aquel entonces de Noemí Sanín, para montar todo lo que se requiere en materia de producción en tan poco tiempo. Lo que queda claro es que cuando se trata de desviar la atención los gobiernos son muy eficaces.
Cuentan que Norberto Pelufo, jugador del cuadro “Embajador” en ese momento, siempre llevaba consigo un pequeño radio en el que acostumbraba a escuchaba noticias. Las comunicaciones de los acontecimientos en el centro de Bogotá llegaron rápido a los oídos de los jugadores azules. Pocas horas antes del encuentro se les dijo a los jugadores que el encuentro iba a ser trasmitido; los más suspicaces se dieron cuenta de inmediato de que la intención era distraer a los televidentes de los gravísimos sucesos del Palacio.
En ese contexto se desarrolló este partido. Dice Cervelón Cuesta que mientras jugaban escuchaban las sirenas de las ambulancias sonar incesantemente. Millonarios ganó 2-0 esa noche, como dato anecdótico. Los futbolistas que fueron utilizados como parte del “circo” que montó ese día el gobierno nacional son testigos de directos de como el fútbol puede ser utilizado para soslayar.
En 1985 tuvo lugar en nuestro país la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y la retoma que hizo el Ejército Nacional. Con muchas preguntas por resolver de lo sucedido ese día el país todavía se lamenta de lo ocurrido en esa nefasta jornada. Y entre las cosas que pasaron el fútbol se vio salpicado, usado como una cortina de humo.
Para ese entonces el fútbol no era un producto televisivo. Se consideraba que trasmitirlo alejaba a la gente del estadio. La radio era el medio idóneo para llevar hasta los hogares lo que sucedía en las canchas del país.
El 6 de noviembre de 1985 se tenía que disputar en el Campín un encuentro correspondiente a la segunda fecha del octogonal final entre Millonarios y Unión Magdalena. No era un partido especialmente importante. La sorpresa fue mayúscula para los televidentes cuando sin previo aviso el encuentro apareció en las pantallas de los colombianos.
Es un misterio cómo hizo el Ministerio de Comunicaciones, en cabeza por aquel entonces de Noemí Sanín, para montar todo lo que se requiere en materia de producción en tan poco tiempo. Lo que queda claro es que cuando se trata de desviar la atención los gobiernos son muy eficaces.
Cuentan que Norberto Pelufo, jugador del cuadro “Embajador” en ese momento, siempre llevaba consigo un pequeño radio en el que acostumbraba a escuchaba noticias. Las comunicaciones de los acontecimientos en el centro de Bogotá llegaron rápido a los oídos de los jugadores azules. Pocas horas antes del encuentro se les dijo a los jugadores que el encuentro iba a ser trasmitido; los más suspicaces se dieron cuenta de inmediato de que la intención era distraer a los televidentes de los gravísimos sucesos del Palacio.
En ese contexto se desarrolló este partido. Dice Cervelón Cuesta que mientras jugaban escuchaban las sirenas de las ambulancias sonar incesantemente. Millonarios ganó 2-0 esa noche, como dato anecdótico. Los futbolistas que fueron utilizados como parte del “circo” que montó ese día el gobierno nacional son testigos de directos de como el fútbol puede ser utilizado para soslayar.