
“Me parece que soy de la quinta que vio el mundial ‘78, me toco crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor…”
Así describe Andrés Calamaro en una de sus canciones lo que era Argentina en el año en que se celebró la Copa Mundial en su territorio. Videla, astuto como buen dictador, sabía que el fútbol era un arma de propaganda e hizo todo lo posible para que su país albergara el torneo más importante de fútbol del mundo.
Se dice que el dictador le regaló a João Havelange una parcela en territorio gaucho para que el máximo dirigente de la FIFA apoyara la elección de Argentina como sede del Mundial y se hiciera el sordo frente a las voces que acusaban a la dictadura de violaciones sistemáticas de derechos humanos.
"Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina", fueron las palabras de Havelange al inaugurar el torneo. Era más bien la imagen que la dictadura necesitaba. Se quiso mostrar como el orden que había implementado la Junta Militar había sido tal que el país podía organizar un Mundial de fútbol. La realidad era otra muy distinta. “Yo no he visto a ningún preso político.” Sentenció el capitán de la Selección Alemana Berti Vogts y sin embargo a metros del Estadio Monumental, en la Escuela de Mecánica de la Armada, se torturaba a cientos de personas.
Videla fue un asiduo asistente a los partidos de la Copa. Siguió bien el ejemplo que puso Mussolini en Italia 1934. Como a Il Duce a Videla tampoco le gustaba el fútbol y sin embargo gritó cada gol como el más fanático de todos. También sabía la dictadura que su proyecto propagandístico no estaría completo si su Selección no obtenía un buen resultado deportivo. Menotti fue el encargado de conducir a aquella selección. La dictadura lo consideraba como alguien de izquierda, sin embargo se lo dejó en el cargo al considerar que tenía el respaldo de la gente.
Argentina goleó a Perú 6-0. Necesitaba derrotar al cuadro Inca por 4 goles para acceder a la final del torneo y dejar por fuera a Brasil. Este debe ser el partido más cuestionado de la historia de los mundiales. Se ha dicho que el “Loco” Quiroga, guardameta de Perú y argentino nacionalizado peruano, fue sobornado para que dejara que los albicelestes anotaran los goles necesarios; Se ha cuestionado el hecho de que Brasil haya jugado 3 horas antes que Argentina cuando los partidos debieron ser simultáneos; se dice que el técnico peruano pidió jugar con camisetas alternas “para no pasar la vergüenza con la tradicional blanquirroja”; Se afirma que el gobierno argentino le ofreció al gobierno peruano 50 millones de dólares y 35 mil toneladas de grano. Años más tarde se confirmaría que esa “donación” se le hizo al pueblo peruano, pero se negó que tuviera que ver con el partido en cuestión.
Al final Pasarella recibió el trofeo de manos de Videla tras vencer 3-1 a Holanda en la final. La dictadura tuvo por aquel entonces el grado de popularidad más alto que alcanzó durante su permanencia en el poder. Varios años después de haber ganado el mundial Osvaldo Ardiles, mediocampista argentino, afirmaría: "Duele saber que fuimos un elemento de distracción".
Así describe Andrés Calamaro en una de sus canciones lo que era Argentina en el año en que se celebró la Copa Mundial en su territorio. Videla, astuto como buen dictador, sabía que el fútbol era un arma de propaganda e hizo todo lo posible para que su país albergara el torneo más importante de fútbol del mundo.
Se dice que el dictador le regaló a João Havelange una parcela en territorio gaucho para que el máximo dirigente de la FIFA apoyara la elección de Argentina como sede del Mundial y se hiciera el sordo frente a las voces que acusaban a la dictadura de violaciones sistemáticas de derechos humanos.
"Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina", fueron las palabras de Havelange al inaugurar el torneo. Era más bien la imagen que la dictadura necesitaba. Se quiso mostrar como el orden que había implementado la Junta Militar había sido tal que el país podía organizar un Mundial de fútbol. La realidad era otra muy distinta. “Yo no he visto a ningún preso político.” Sentenció el capitán de la Selección Alemana Berti Vogts y sin embargo a metros del Estadio Monumental, en la Escuela de Mecánica de la Armada, se torturaba a cientos de personas.
Videla fue un asiduo asistente a los partidos de la Copa. Siguió bien el ejemplo que puso Mussolini en Italia 1934. Como a Il Duce a Videla tampoco le gustaba el fútbol y sin embargo gritó cada gol como el más fanático de todos. También sabía la dictadura que su proyecto propagandístico no estaría completo si su Selección no obtenía un buen resultado deportivo. Menotti fue el encargado de conducir a aquella selección. La dictadura lo consideraba como alguien de izquierda, sin embargo se lo dejó en el cargo al considerar que tenía el respaldo de la gente.
Argentina goleó a Perú 6-0. Necesitaba derrotar al cuadro Inca por 4 goles para acceder a la final del torneo y dejar por fuera a Brasil. Este debe ser el partido más cuestionado de la historia de los mundiales. Se ha dicho que el “Loco” Quiroga, guardameta de Perú y argentino nacionalizado peruano, fue sobornado para que dejara que los albicelestes anotaran los goles necesarios; Se ha cuestionado el hecho de que Brasil haya jugado 3 horas antes que Argentina cuando los partidos debieron ser simultáneos; se dice que el técnico peruano pidió jugar con camisetas alternas “para no pasar la vergüenza con la tradicional blanquirroja”; Se afirma que el gobierno argentino le ofreció al gobierno peruano 50 millones de dólares y 35 mil toneladas de grano. Años más tarde se confirmaría que esa “donación” se le hizo al pueblo peruano, pero se negó que tuviera que ver con el partido en cuestión.
Al final Pasarella recibió el trofeo de manos de Videla tras vencer 3-1 a Holanda en la final. La dictadura tuvo por aquel entonces el grado de popularidad más alto que alcanzó durante su permanencia en el poder. Varios años después de haber ganado el mundial Osvaldo Ardiles, mediocampista argentino, afirmaría: "Duele saber que fuimos un elemento de distracción".