
Si alguien pregunta cuál fue el primer equipo británico en conquistar el la Copa de Campeones de Europa (hoy UEFA Champions League), seguramente la mayoría respondería que fue el Manchester United o quizá el Liverpool; y si alguien pregunta quién ha sido el técnico escocés más importante de la historia, el nombre de Sir Alex Ferguson sería repetido casi que al unísono. Pues bien, el propio Ferguson tiene una opinión diferente acerca de ese último cuestionamiento: para Fergie, el mejor y más importante ha sido John "Jock" Stein, técnico campeón de Europa dirigiendo al Celtic en la temporada 1966/1967, convirtiendo al club de Glasgow en el primer club británico en alcanzar la gloria continental.
Para esa temporada sólo cuatro clubes habían ganado el título: Real Madrid (6 veces), Benfica (2 veces), Milan (1 vez) e Inter (2 veces). Se decía que la Copa de Europa era cosa de clubes “latinos”. El campeón vigente era el Real Madrid, que había reconquistado el título 5 años después de sus cinco copas consecutivas y había cortado la racha de dos vitorias consecutivas del inter que de la mano de Helenio Herrera había impuesto el ‘catenaccio’, lo que para muchos significaba la muerte del balompié.
Celtic logró su pase a la competición tras ganarle el título de la temporada anterior a su eterno rival, Rangers (de esa rivalidad político/religiosa escribí un post que pueden encontrar acá http://www.pinceladasdefutbol.com/old-firm-el-claacutesico-…). Su plantilla estaba compuesta enteramente por jugadores escoceses, es más, ningún jugador nació a más de 50 kilómetros de Glasgow. Sin ningún nombre rutilante, ‘the hoops’, eran todo menos favoritos en el certamen europeo.
Pero los dirigidos por Stein iban a empezar a hacerse un nombre por su estilo ofensivo que mostraron desde la primera ronda, en la cual quedaron emparejados con el F. C. Zürich, al que vencieron holgadamente 2-0 como local y 3-0 como visitante; los nombres de Tommy Gemmell y Joe McBride se empezaron a escuchar como un murmullo que va creciendo en intensidad. Tras esa victoria el equipo escocés tuvo que enfrentar al Nantes, frente al cual consiguió otra cómoda vitoria: 3-1 ganó los dos partidos.
La serie de cuartos de final sería quizá la más complicada para el Celtic; el Vojvodina, pondría en serios aprietos al cuadro escocés tras vencerlo 1-0 en suelo yugoslavo (actual Serbia), propinándole, de esa manera, la única derrota de la campaña. Para la vuelta un gol tempranero de Chalmers, le devolvería la tranquilidad a los ‘hoops’ y la confianza de que darle la vuelta a la serie sería posible; sin embargo, hubo que esperar hasta el minuto 90 para que llegara el 2-1 que daba el paso a semifinales; aquel gol de Billy Mcneill, capitán del Celtic, desató la euforia de la mitad de Glasgow.
Para la ronda semifinal el Celtic tuvo que jugar contra Dukla Praga. Una victoria en Galsgow por 3-1 le dio la confianza para jugar en Praga, donde un empate a 0 le dio el pase al equipo de Glasgow a la final continental, en la cual se iban a encontrar nada más y nada menos que al Inter de Herrera.
La final se iba a disputar en Lisboa. 45000 personas eran esperadas para presenciar el partido. Nadie daba un peso por Celtic; con las quinielas en contra, pero con Europa a su favor o mejor en contra del ‘odioso’ Inter que con su estilo defensivo estaba ‘matando’ el fútbol.
Efectivamente 45000 aficionados llegaron al Estadio Nacional para ver la final. “Salgan y diviértanse”, fue la consiga de Jock Stein a sus jugadores. Pero la diversión duró poco, tan sólo unos minutos después de comenzado el partido, Jim Craig derribó en el área a Renato Cappellini; Mazzola no dudó y puso el 1-0. La tarea parecía ya titánica ¿quién le iba a remontar un resultado al Inter? El ‘catenaccio’ en su máxima expresión fue lo que mostró el cuadro italiano en el primer tiempo, el circuito ofensivo del Celtic fue anulado, y así terminó la primera parte. Para la segunda el equipo escocés salió con todo, decidido a conseguir el empate, y así fue: Gemmell anotó la igualdad, a los 63 minutos, lo que llenó de bríos los dirigidos por Stein que se volcaron como una tromba contra el arco defendido por Guilano Sarti.
Pero pese al incesante ataque escocés hubo que esperar hasta el minuto 84 para encontrar el gol de la gloria; un desborde de Tommy Gemmel encontró en el pase de la muerte a Bobby Murdoch, quien de fuerte remate puso el 2-1. No habría reacción del Inter, la suerte estaba echada, el Celtic le propinaba un golpe letal al ‘neroazurro’, que bajo la dirección de Herrera no pudo volver a conquistar título alguno.
Tan pronto el árbitro decretó el final del encuentro, cientos de hinchas del Celtic se abalanzaron al campo de juego para celebrar con sus héroes, poco pudo hacer la policía portuguesa para detener la avalancha humana; en Glasgow la gente bailaba en las calles. El triunfo también simbolizaba la victoria del fútbol ofensivo sobre el defensivo, por lo que toda Europa, salvo medio Milán, también celebró la gesta de Stein y sus muchachos. Aquel equipo ganó el mote de “Los Leones de Lisboa”, por la forma en que se batieron esa noche.
De la mano de Jock Stein, y con varios de los héroes de aquella noche en Lisboa el Celtic estuvo a punto de repetir la hazaña en la temporada 1969/1970, pero esta vez el Feyenoord, otro desconocido de la escena europea, se le atravesó, pero esa es otra historia.
Para esa temporada sólo cuatro clubes habían ganado el título: Real Madrid (6 veces), Benfica (2 veces), Milan (1 vez) e Inter (2 veces). Se decía que la Copa de Europa era cosa de clubes “latinos”. El campeón vigente era el Real Madrid, que había reconquistado el título 5 años después de sus cinco copas consecutivas y había cortado la racha de dos vitorias consecutivas del inter que de la mano de Helenio Herrera había impuesto el ‘catenaccio’, lo que para muchos significaba la muerte del balompié.
Celtic logró su pase a la competición tras ganarle el título de la temporada anterior a su eterno rival, Rangers (de esa rivalidad político/religiosa escribí un post que pueden encontrar acá http://www.pinceladasdefutbol.com/old-firm-el-claacutesico-…). Su plantilla estaba compuesta enteramente por jugadores escoceses, es más, ningún jugador nació a más de 50 kilómetros de Glasgow. Sin ningún nombre rutilante, ‘the hoops’, eran todo menos favoritos en el certamen europeo.
Pero los dirigidos por Stein iban a empezar a hacerse un nombre por su estilo ofensivo que mostraron desde la primera ronda, en la cual quedaron emparejados con el F. C. Zürich, al que vencieron holgadamente 2-0 como local y 3-0 como visitante; los nombres de Tommy Gemmell y Joe McBride se empezaron a escuchar como un murmullo que va creciendo en intensidad. Tras esa victoria el equipo escocés tuvo que enfrentar al Nantes, frente al cual consiguió otra cómoda vitoria: 3-1 ganó los dos partidos.
La serie de cuartos de final sería quizá la más complicada para el Celtic; el Vojvodina, pondría en serios aprietos al cuadro escocés tras vencerlo 1-0 en suelo yugoslavo (actual Serbia), propinándole, de esa manera, la única derrota de la campaña. Para la vuelta un gol tempranero de Chalmers, le devolvería la tranquilidad a los ‘hoops’ y la confianza de que darle la vuelta a la serie sería posible; sin embargo, hubo que esperar hasta el minuto 90 para que llegara el 2-1 que daba el paso a semifinales; aquel gol de Billy Mcneill, capitán del Celtic, desató la euforia de la mitad de Glasgow.
Para la ronda semifinal el Celtic tuvo que jugar contra Dukla Praga. Una victoria en Galsgow por 3-1 le dio la confianza para jugar en Praga, donde un empate a 0 le dio el pase al equipo de Glasgow a la final continental, en la cual se iban a encontrar nada más y nada menos que al Inter de Herrera.
La final se iba a disputar en Lisboa. 45000 personas eran esperadas para presenciar el partido. Nadie daba un peso por Celtic; con las quinielas en contra, pero con Europa a su favor o mejor en contra del ‘odioso’ Inter que con su estilo defensivo estaba ‘matando’ el fútbol.
Efectivamente 45000 aficionados llegaron al Estadio Nacional para ver la final. “Salgan y diviértanse”, fue la consiga de Jock Stein a sus jugadores. Pero la diversión duró poco, tan sólo unos minutos después de comenzado el partido, Jim Craig derribó en el área a Renato Cappellini; Mazzola no dudó y puso el 1-0. La tarea parecía ya titánica ¿quién le iba a remontar un resultado al Inter? El ‘catenaccio’ en su máxima expresión fue lo que mostró el cuadro italiano en el primer tiempo, el circuito ofensivo del Celtic fue anulado, y así terminó la primera parte. Para la segunda el equipo escocés salió con todo, decidido a conseguir el empate, y así fue: Gemmell anotó la igualdad, a los 63 minutos, lo que llenó de bríos los dirigidos por Stein que se volcaron como una tromba contra el arco defendido por Guilano Sarti.
Pero pese al incesante ataque escocés hubo que esperar hasta el minuto 84 para encontrar el gol de la gloria; un desborde de Tommy Gemmel encontró en el pase de la muerte a Bobby Murdoch, quien de fuerte remate puso el 2-1. No habría reacción del Inter, la suerte estaba echada, el Celtic le propinaba un golpe letal al ‘neroazurro’, que bajo la dirección de Herrera no pudo volver a conquistar título alguno.
Tan pronto el árbitro decretó el final del encuentro, cientos de hinchas del Celtic se abalanzaron al campo de juego para celebrar con sus héroes, poco pudo hacer la policía portuguesa para detener la avalancha humana; en Glasgow la gente bailaba en las calles. El triunfo también simbolizaba la victoria del fútbol ofensivo sobre el defensivo, por lo que toda Europa, salvo medio Milán, también celebró la gesta de Stein y sus muchachos. Aquel equipo ganó el mote de “Los Leones de Lisboa”, por la forma en que se batieron esa noche.
De la mano de Jock Stein, y con varios de los héroes de aquella noche en Lisboa el Celtic estuvo a punto de repetir la hazaña en la temporada 1969/1970, pero esta vez el Feyenoord, otro desconocido de la escena europea, se le atravesó, pero esa es otra historia.