
El 16 de diciembre, hace pocas semanas, se enfrentaban el Mukura y el Rayon Sports de la liga de Rwanda. Previo al partido, las cámaras captan al arquero del Mukura plantando “algo” en uno de los postes.
El caso es que el Mukura se pone arriba 1-0 en el marcador.
De repente, desde la banca del Rayon Sports, les dan una tarea peculiar a los jugadores: desenterrar el amuleto del arquero. Si, la orden no fue jugar por las bandas o dar salida a los laterales: la orden fue desenterrar y apoderarse del amuleto enterrado.
Dicho y hecho, en pleno partido, el delantero del Rayan se las arregla para, cual ladronzuelo, con un “pique de choro” desenterrar el “talismán” del arquero rival. En medio del desorden y las protestas del Mukura, el árbitro decide sacarle amarilla al “infractor” por haber desenterrado el objeto.
Para colmo de males, unos minutos después, el “ladrón” consigue un gol de cabeza: seguramente el arquero, sin su talismán, había perdido sus poderes… Lo celebró a rabiar ese gol.
Un gol que valida la ignorancia y superstición del pueblo africano en la magia negra, el “JuJu” como le llaman. En varios países africanos, además del utilero y el fisioterapeuta, cada club/selección tiene su brujo, encargado de conjurar los espíritus que maldigan al rival.
En el Mundial de 2010, la Selección de Camerún, a pedido de su Ministro de los Deportes, Michel Zoah, llevó una delegación de 12 brujos que habían prometido la victoria final. No pasaron de la primera ronda… Aun así, el debate se volvió saber si eran los “mejores brujos” los que se habían llevado.
Por ser África nos parece lejano y no faltará el que se burle de ellos, cuando la religión en Sudamérica sigue y seguirá permeando el fútbol. Jugadores que “dejan todo en manos de Dios”, que cuando pierden sacan el “Dios lo quiso así”, o antes de un partido decisivo dicen “Si Dios quiere ganaremos”.
El caso es que el Mukura se pone arriba 1-0 en el marcador.
De repente, desde la banca del Rayon Sports, les dan una tarea peculiar a los jugadores: desenterrar el amuleto del arquero. Si, la orden no fue jugar por las bandas o dar salida a los laterales: la orden fue desenterrar y apoderarse del amuleto enterrado.
Dicho y hecho, en pleno partido, el delantero del Rayan se las arregla para, cual ladronzuelo, con un “pique de choro” desenterrar el “talismán” del arquero rival. En medio del desorden y las protestas del Mukura, el árbitro decide sacarle amarilla al “infractor” por haber desenterrado el objeto.
Para colmo de males, unos minutos después, el “ladrón” consigue un gol de cabeza: seguramente el arquero, sin su talismán, había perdido sus poderes… Lo celebró a rabiar ese gol.
Un gol que valida la ignorancia y superstición del pueblo africano en la magia negra, el “JuJu” como le llaman. En varios países africanos, además del utilero y el fisioterapeuta, cada club/selección tiene su brujo, encargado de conjurar los espíritus que maldigan al rival.
En el Mundial de 2010, la Selección de Camerún, a pedido de su Ministro de los Deportes, Michel Zoah, llevó una delegación de 12 brujos que habían prometido la victoria final. No pasaron de la primera ronda… Aun así, el debate se volvió saber si eran los “mejores brujos” los que se habían llevado.
Por ser África nos parece lejano y no faltará el que se burle de ellos, cuando la religión en Sudamérica sigue y seguirá permeando el fútbol. Jugadores que “dejan todo en manos de Dios”, que cuando pierden sacan el “Dios lo quiso así”, o antes de un partido decisivo dicen “Si Dios quiere ganaremos”.