
“¡Ni en 100 años el Benfica volverá a ser campeón de Europa!” Béla Guttmann estaba furioso; le habían negado un aumento salarial. Su flamante Benfica revalidaba en 1962 su hegemonía europea; venciendo (de nuevo), al Real Madrid. Técnico del mejor equipo del mundo, prefirió renunciar ante la tacañería de sus directivos, no sin antes proferir esas palabras que, a día de hoy, espantan a los hinchas de las “Águilas” de Lisboa.
En Portugal, Bela Guttmann se había ido pero su sombra se había amañado: donde quiera que usted volteara a mirar, la encontraba; dichosa, impávida, cultivando el recuerdo de esa época gloriosa y murmurando las palabras de la maldición. En 1963, el Bénfica volvió a llegar a su tercera final de Copa Europea. Perdieron contra el A.C Milan… La maldición empezaba (?) En 1965 volvieron a perder la final… como en 1968, 1988 y 1990. Pero espere: también perdieron las finales de Copa UEFA de 1983, 2013 y 2014. Hay un verdadero trauma en Lisboa, donde el sol más caluroso del verano no ha logrado exorcisar la sombra de Béla Guttmann: no le apueste nunca al Benfica en las finales europeas: son 8 derrotas consecutivas.
En Sudamérica, el Benfica comparte sus colores con otro club “maldito”: el América de Cali.
Benjamín “Garabato” Urrea, fue un hombre de la casa; entregado a su equipo el América. Durante la etapa amateur del club, fue arquero, para posteriormente volverse miembro de su junta directiva. Benjamín también era alguien temperamental, rasgo de su personalidad que iba a inmortalizar su arenga en contra de la profesionalización del equipa proferida en 1948: “¡Que lo vuelvan profesional, que hagan del América lo que quieran, pero juro por mi Dios que nunca serán campeones!”
El América de Cali, se dice, rompió la maldición del “Garabato” en 1979 cuando 31 años después de la sentencia de Benjamín Urrea, salió campéon un místico 19 de diciembre. Aliviado, el mismo Benjamin fue partícipe de una ceremonia de exorcismo en el Pascual Guerrero en 1980 para reconciliarse con el club y espantar cualquier remanente de mala energía que pudiera conspirar contra el diablo americano.
Desde entonces, América dominó el torneo local sin anticipar la tragedia griega que enmarcaría su devenir continental. En 1985, por penales, perdió la Copa Libertadores contra Argentinos, dejando como victima (¿y victimario?) un joven samario creyente que posteriormente se taparía el escudo del diablo con esparadrapo. En 1986, sucumbió merecidamente ante River Plate para vivir en 1987 el guión más dramático jamás ideado en la historia del fútbol: perder una tercera Libertadores consecutiva faltando 8 segundos contra Peñarol. En 1996 ya se hablaba de como la Maldición del Garabato persistía al dibujarse una cuarta final contra River Plate que los diablos perdieron en el infierno del Monumental de Nuñez.
Benjamín “Garabato” Urrea falleció en 2008. Hasta el final, se defendió de acusaciones infundadas: no más huevonadas que el fútbol se juega en el terreno de juego. Y si, Don Benjamín tiene toda la razón. Pero si el fútbol es una religión… siempre dejará espacio para la superstición.
En Portugal, Bela Guttmann se había ido pero su sombra se había amañado: donde quiera que usted volteara a mirar, la encontraba; dichosa, impávida, cultivando el recuerdo de esa época gloriosa y murmurando las palabras de la maldición. En 1963, el Bénfica volvió a llegar a su tercera final de Copa Europea. Perdieron contra el A.C Milan… La maldición empezaba (?) En 1965 volvieron a perder la final… como en 1968, 1988 y 1990. Pero espere: también perdieron las finales de Copa UEFA de 1983, 2013 y 2014. Hay un verdadero trauma en Lisboa, donde el sol más caluroso del verano no ha logrado exorcisar la sombra de Béla Guttmann: no le apueste nunca al Benfica en las finales europeas: son 8 derrotas consecutivas.
En Sudamérica, el Benfica comparte sus colores con otro club “maldito”: el América de Cali.
Benjamín “Garabato” Urrea, fue un hombre de la casa; entregado a su equipo el América. Durante la etapa amateur del club, fue arquero, para posteriormente volverse miembro de su junta directiva. Benjamín también era alguien temperamental, rasgo de su personalidad que iba a inmortalizar su arenga en contra de la profesionalización del equipa proferida en 1948: “¡Que lo vuelvan profesional, que hagan del América lo que quieran, pero juro por mi Dios que nunca serán campeones!”
El América de Cali, se dice, rompió la maldición del “Garabato” en 1979 cuando 31 años después de la sentencia de Benjamín Urrea, salió campéon un místico 19 de diciembre. Aliviado, el mismo Benjamin fue partícipe de una ceremonia de exorcismo en el Pascual Guerrero en 1980 para reconciliarse con el club y espantar cualquier remanente de mala energía que pudiera conspirar contra el diablo americano.
Desde entonces, América dominó el torneo local sin anticipar la tragedia griega que enmarcaría su devenir continental. En 1985, por penales, perdió la Copa Libertadores contra Argentinos, dejando como victima (¿y victimario?) un joven samario creyente que posteriormente se taparía el escudo del diablo con esparadrapo. En 1986, sucumbió merecidamente ante River Plate para vivir en 1987 el guión más dramático jamás ideado en la historia del fútbol: perder una tercera Libertadores consecutiva faltando 8 segundos contra Peñarol. En 1996 ya se hablaba de como la Maldición del Garabato persistía al dibujarse una cuarta final contra River Plate que los diablos perdieron en el infierno del Monumental de Nuñez.
Benjamín “Garabato” Urrea falleció en 2008. Hasta el final, se defendió de acusaciones infundadas: no más huevonadas que el fútbol se juega en el terreno de juego. Y si, Don Benjamín tiene toda la razón. Pero si el fútbol es una religión… siempre dejará espacio para la superstición.