“Fratelli d’Italia”. Así se llama el himno de ellos; “hermanos de Italia”. Es hermoso. Pero no logra disimular la histórica fractura social y cultural que divide al Norte y al Sur del país. El atraso económico del “Mezzogiorno” (Sur) contrasta con la prosperidad del boyante Norte; Milano, Torino, Genoa… Italia dividida. Italia racista; en los 80’s el odio entre los dos bandos es increíble.
Diego Armando Maradona en 1984 aterrizó en Nápoles, tercera ciudad más grande de Italia. Un bastión de ese “Mezzogiorno” rezagado, trabajador, humilde. En un equipo que sólo tenía dos títulos en su historia: dos Coppa Italia. Con una hinchada única en el mundo.
En el avión, le dijeron también algo que lo dejó frío, pero lo motivó aún más. Ponga cuidado, lector de Pinceladas: ningún equipo del Sur había ganado el Calcio en la historia del fútbol italiano. El fútbol era un monopolio de los ricos del Norte; de la FIAT, de Berlusconi, de los Moratti. Los ricos y poderosos.
El 5 de julio de 1984, en el Estadio San Paolo, a Diego lo recibieron como un Dios. En el Pelusa veían ese héroe profético que, a través de pinceladas de fútbol, dignificaría al napolitano frente al racismo del norte. Un abanderado de ese descuidado y olvidado Sur; un rebelde que a punta de arte y goles iba a desafiar un monopolio de más de 80 años.
Lo logró. Dos Scudettos (87-90), una Copa UEFA (89), una Coppa Italia (87) y una SuperCoppa Italiana (90). Lo hizo, a su manera: desde la adversidad. Siendo líder de un equipo que peleaba descenso antes de su llegada. Dibujando el mismo esa visión; pidiéndolos a Careca y Alemao. Humillando a la Juventus, al Milan, al Inter en sus estadios; dejándoles claro a Platini, Laudrup, Matthaus y demás quien era el mejor del mundo.
Todo eso, con un equipo del Sur. Con el Napoli. Rompió un monopolio de más de 80 años. En una era donde el racismo contra el sur arreciaba, con un balón, Diego los dignificó. Maradona es un Dios en Nápoles. Es lo mínimo.
Epilogo: Alguna vez, escuché un “periodista” que decía que Maradona nunca había ganado una Liga de Campeones/Copa de Europa. Que Messi ya tenía 4 y además 5 balones de oro.
A mis adentros, pensé: ¿Y qué? Lo de Maradona fue mucho más allá del fútbol. Fue una Revolución Cultural.
El racismo en Italia vive. Es latente. Fíjese bien en las pancartas de los ultras cuando juegan equipos del norte contra el sur.
Diego Armando Maradona en 1984 aterrizó en Nápoles, tercera ciudad más grande de Italia. Un bastión de ese “Mezzogiorno” rezagado, trabajador, humilde. En un equipo que sólo tenía dos títulos en su historia: dos Coppa Italia. Con una hinchada única en el mundo.
En el avión, le dijeron también algo que lo dejó frío, pero lo motivó aún más. Ponga cuidado, lector de Pinceladas: ningún equipo del Sur había ganado el Calcio en la historia del fútbol italiano. El fútbol era un monopolio de los ricos del Norte; de la FIAT, de Berlusconi, de los Moratti. Los ricos y poderosos.
El 5 de julio de 1984, en el Estadio San Paolo, a Diego lo recibieron como un Dios. En el Pelusa veían ese héroe profético que, a través de pinceladas de fútbol, dignificaría al napolitano frente al racismo del norte. Un abanderado de ese descuidado y olvidado Sur; un rebelde que a punta de arte y goles iba a desafiar un monopolio de más de 80 años.
Lo logró. Dos Scudettos (87-90), una Copa UEFA (89), una Coppa Italia (87) y una SuperCoppa Italiana (90). Lo hizo, a su manera: desde la adversidad. Siendo líder de un equipo que peleaba descenso antes de su llegada. Dibujando el mismo esa visión; pidiéndolos a Careca y Alemao. Humillando a la Juventus, al Milan, al Inter en sus estadios; dejándoles claro a Platini, Laudrup, Matthaus y demás quien era el mejor del mundo.
Todo eso, con un equipo del Sur. Con el Napoli. Rompió un monopolio de más de 80 años. En una era donde el racismo contra el sur arreciaba, con un balón, Diego los dignificó. Maradona es un Dios en Nápoles. Es lo mínimo.
Epilogo: Alguna vez, escuché un “periodista” que decía que Maradona nunca había ganado una Liga de Campeones/Copa de Europa. Que Messi ya tenía 4 y además 5 balones de oro.
A mis adentros, pensé: ¿Y qué? Lo de Maradona fue mucho más allá del fútbol. Fue una Revolución Cultural.
El racismo en Italia vive. Es latente. Fíjese bien en las pancartas de los ultras cuando juegan equipos del norte contra el sur.