
Francisco Maturana era el técnico de moda a principios de los noventas.
El buen mundial de Colombia corroboraba el potencial de este alumno y para algunos heredero del fútbol moderno de Arrigo Sacchi.
Pacho aterrizó en Valladolid a finales de 1990 en lo que debía ser el primer peldaño de una brillante ascención hasta el olimpo del fútbol. No estaba mal para ser un primer reto: equipo de media tabla, con algo de inversión se podía aspirar a dar la sorpresa ese año. En este orden de ideas, llegó la columna vertebral de la selección Colombia (Higuita, Leonel y el Pibe) a latinizar y a impregnar de lirismo al equipo de Valladolid.
Paralelamente, el Real Madrid atravesaba una crisis de identidad. No menos de tres técnicos (entre ellos la leyenda de Di Stefano) habían fracasado y el último en llegar, Radomir Antic, pendía de un hilo. Era periodo de elecciones, y el candidato favorito, Ramón Mendoza, se la jugó por Pachito. Así de cotizado andaba el chocoano por aquellos tiempos. Mendoza adelantó las gestiones con el colombiano, que mal que bien tenía jugando al Valladolid un fútbol decente. La historia se filtró en Mayo de 1991, y todos los medios dieron la noticia: Francisco Maturana era el nuevo entrenador del Real Madrid y asumiría su cargo a partir de la siguiente temporada.
En un derroche de colombianidad, los medios nacionales se jactaban ya de tener a un hijo de la tierra en el mejor equipo del mundo. Pero el desenlace de la historia es conocido por todos: Mendoza ganó las elecciones, pero se echó para trás a último momento. Durante cerca dos semanas, el presidente dilató su firma que hubiera sellado la llegada del colombiano. La razón ? Muchos dicen que el equipo se federó detrás de la figura del técnico Antic y una seguidilla de buenos resultados le aseguró la continuidad, dejando a Pacho y a Colombia con los crespos hechos.
El buen mundial de Colombia corroboraba el potencial de este alumno y para algunos heredero del fútbol moderno de Arrigo Sacchi.
Pacho aterrizó en Valladolid a finales de 1990 en lo que debía ser el primer peldaño de una brillante ascención hasta el olimpo del fútbol. No estaba mal para ser un primer reto: equipo de media tabla, con algo de inversión se podía aspirar a dar la sorpresa ese año. En este orden de ideas, llegó la columna vertebral de la selección Colombia (Higuita, Leonel y el Pibe) a latinizar y a impregnar de lirismo al equipo de Valladolid.
Paralelamente, el Real Madrid atravesaba una crisis de identidad. No menos de tres técnicos (entre ellos la leyenda de Di Stefano) habían fracasado y el último en llegar, Radomir Antic, pendía de un hilo. Era periodo de elecciones, y el candidato favorito, Ramón Mendoza, se la jugó por Pachito. Así de cotizado andaba el chocoano por aquellos tiempos. Mendoza adelantó las gestiones con el colombiano, que mal que bien tenía jugando al Valladolid un fútbol decente. La historia se filtró en Mayo de 1991, y todos los medios dieron la noticia: Francisco Maturana era el nuevo entrenador del Real Madrid y asumiría su cargo a partir de la siguiente temporada.
En un derroche de colombianidad, los medios nacionales se jactaban ya de tener a un hijo de la tierra en el mejor equipo del mundo. Pero el desenlace de la historia es conocido por todos: Mendoza ganó las elecciones, pero se echó para trás a último momento. Durante cerca dos semanas, el presidente dilató su firma que hubiera sellado la llegada del colombiano. La razón ? Muchos dicen que el equipo se federó detrás de la figura del técnico Antic y una seguidilla de buenos resultados le aseguró la continuidad, dejando a Pacho y a Colombia con los crespos hechos.