
Cristiano Ronaldo afirmó ser el mejor jugador de la historia. Yo no estoy de acuerdo: Maradona en mi criterio lo es (por mucho). Pero me fascina que el portugués se postule. El deber ser de los “futboleros” es darle palo a Cristiano, porque asi quedamos bien.
Vivimos en una sociedad donde la “humildad” es el valor sagrado. Somos alérgicos a los “arrogantes” ("Uy no, esos dan miedo"), aquellos que se tienen confianza, los que se creen su propia visión y contagian a los demás.
Que triste.
Preferimos los “humildes”. Aquellos que no pueden, por etiqueta, reconocer su grandeza. Esos que siempre, por cortesía, tienen que andar diciendo que otros son mejores que ellos, aun cuando bien todos sabemos que no es cierto. La sociedad soñada por la mayoría es esa donde usted puede ser excelente en algo pero, para no incomodar, tiene que decir usted no tiene mayor gracia. Que como usted hay muchos. Una farsa. Una etiqueta para quedar bien.
Cristiano Ronaldo sinceramente se cree el cuento. En su visión del mundo, él es el mejor jugador de la historia. Esto, lo motiva, a los 32 años, a seguir levantándose a las 6 de la mañana para ir al gimnasio. Esa convicción lo mantiene vivo, hambriento: lo visualiza tanto que se ve jugando al más alto nivel por mucho tiempo más. Se cree su cuento, todos los dias.
Yo no lo comparto. No estoy de acuerdo.
¿Pero quién soy yo para venir a cagarme en Cristiano Ronaldo por esa hambre de querer ser el mejor?
De hecho, me parece admirable. El mundo necesita más gente con su mentalidad. Con esa bendita arrogancia de querer comerse el mundo, día a día. De no vivir de tres temporadas como Ronaldinho y echarse a la vagancia y a la rumba. El mundo necesita gente que quiera ser de los mejores de la historia, así esto implique mantenerse al más alto nivel durante 15 años, algo que seguramente él hará (Ya lleva 11).
¿Quién soy yo para venir a cagarme en Cristiano Ronaldo por esa hambre de querer ser el mejor?
Que se lo siga creyendo. Yo no estoy de acuerdo, pero su hambre me parece admirable.
El mundo necesita más gente con su mentalidad. El (falso) discurso de la humildad es complaciente, mediocre y busca sólo quedar bien: una etiqueta.
Si usted es excelente en algo en al vida, afírmelo. No caiga en los laberintos de la “humildad” donde termina, para caer bien, en menospreciarse usted mismo.
Vivimos en una sociedad donde la “humildad” es el valor sagrado. Somos alérgicos a los “arrogantes” ("Uy no, esos dan miedo"), aquellos que se tienen confianza, los que se creen su propia visión y contagian a los demás.
Que triste.
Preferimos los “humildes”. Aquellos que no pueden, por etiqueta, reconocer su grandeza. Esos que siempre, por cortesía, tienen que andar diciendo que otros son mejores que ellos, aun cuando bien todos sabemos que no es cierto. La sociedad soñada por la mayoría es esa donde usted puede ser excelente en algo pero, para no incomodar, tiene que decir usted no tiene mayor gracia. Que como usted hay muchos. Una farsa. Una etiqueta para quedar bien.
Cristiano Ronaldo sinceramente se cree el cuento. En su visión del mundo, él es el mejor jugador de la historia. Esto, lo motiva, a los 32 años, a seguir levantándose a las 6 de la mañana para ir al gimnasio. Esa convicción lo mantiene vivo, hambriento: lo visualiza tanto que se ve jugando al más alto nivel por mucho tiempo más. Se cree su cuento, todos los dias.
Yo no lo comparto. No estoy de acuerdo.
¿Pero quién soy yo para venir a cagarme en Cristiano Ronaldo por esa hambre de querer ser el mejor?
De hecho, me parece admirable. El mundo necesita más gente con su mentalidad. Con esa bendita arrogancia de querer comerse el mundo, día a día. De no vivir de tres temporadas como Ronaldinho y echarse a la vagancia y a la rumba. El mundo necesita gente que quiera ser de los mejores de la historia, así esto implique mantenerse al más alto nivel durante 15 años, algo que seguramente él hará (Ya lleva 11).
¿Quién soy yo para venir a cagarme en Cristiano Ronaldo por esa hambre de querer ser el mejor?
Que se lo siga creyendo. Yo no estoy de acuerdo, pero su hambre me parece admirable.
El mundo necesita más gente con su mentalidad. El (falso) discurso de la humildad es complaciente, mediocre y busca sólo quedar bien: una etiqueta.
Si usted es excelente en algo en al vida, afírmelo. No caiga en los laberintos de la “humildad” donde termina, para caer bien, en menospreciarse usted mismo.