
Alrededor de 1920, en Inglaterra, se decidió que se jugaría con números. En estricto orden, del 1 al 11; del arquero al último delantero. Los jugadores no escogían; su posición determinaba su número.
Para aquella época, el sistema táctico de moda era el 2-3-5 y en ese esquema, así como el arquero era siempre el “n.1”, el “n.10” solía coincidir con esa posición central que le conocemos hoy. Es todo.
En la década de los 50’s Hungría protagonizaría una revolución que alcanzaría su máxima expresión en un partido que rompió en dos la historia del fútbol: la victoria 3-6 en Wembley contra la temible Inglaterra el 25 de noviembre de 1953.
Puskás era el “n.10”, por su posición en ese esquema táctico que privilegiaba la fluidez y técnica por sobre la verticalidad y la fuerza física. Esa tarde, Puskas los volvió locos, pero no sólo él: Hidegkuti, Czibor y Kocsis también. Los “magníficos magiares”.
Puskás era un goleador que metía miedo. Con el Real Madrid terminó de inmortalizar el número. Marcó cerca de 508 goles, en un fútbol de otros tiempos, con otros esquemas tácticos.
Pero si, el primer “n.10” de la historia hacía pases, pero también te hacía muchísimos goles.
Repito: en sus inicios, el “n.10” era goleador.
Pelé, inmediatamente posterior a Puskás, se encauzaría en esta primera versión del “n.10”: jugador colectivo, técnico, elegante, fino, pero ante todo, goleador. El "n.10" que nació en los 50's y se prolongaría por algo más de una década.
Para aquella época, el sistema táctico de moda era el 2-3-5 y en ese esquema, así como el arquero era siempre el “n.1”, el “n.10” solía coincidir con esa posición central que le conocemos hoy. Es todo.
En la década de los 50’s Hungría protagonizaría una revolución que alcanzaría su máxima expresión en un partido que rompió en dos la historia del fútbol: la victoria 3-6 en Wembley contra la temible Inglaterra el 25 de noviembre de 1953.
Puskás era el “n.10”, por su posición en ese esquema táctico que privilegiaba la fluidez y técnica por sobre la verticalidad y la fuerza física. Esa tarde, Puskas los volvió locos, pero no sólo él: Hidegkuti, Czibor y Kocsis también. Los “magníficos magiares”.
Puskás era un goleador que metía miedo. Con el Real Madrid terminó de inmortalizar el número. Marcó cerca de 508 goles, en un fútbol de otros tiempos, con otros esquemas tácticos.
Pero si, el primer “n.10” de la historia hacía pases, pero también te hacía muchísimos goles.
Repito: en sus inicios, el “n.10” era goleador.
Pelé, inmediatamente posterior a Puskás, se encauzaría en esta primera versión del “n.10”: jugador colectivo, técnico, elegante, fino, pero ante todo, goleador. El "n.10" que nació en los 50's y se prolongaría por algo más de una década.