
Seguramente le ha pasado. O quizás no. Para no generalizar, voy a hablar a título personal. En el estadio de fútbol se volvió normal insultar al jugador negro con veneno y ganas de herir. “¡Negro HP desgraciado!” (siendo este el insulto más bajito). Se volvió moneda corriente. Parte del “folclor” de ir a ver fútbol. Mis amigos me dicen que “exagero”: que todo es en “buena onda”; que es “molestando” y que no “joda”.
Yo creo que si hay un problema pero que da pereza hablar de él. El racismo latente en Colombia es una realidad reflejada por esa triste aceptación de verlo, desde el fútbol, como algo que se hace “molestando”. Jorge Perdomo, Presidente de la Dimayor, afirmó hace poco que el racismo futbolero en Colombia son “voces solitarias”: le doy parcialmente la razón. Basta con ir al estadio para, si o si, estar rodeado de alguien que se divierte insultando a los jugadores negros. No falta. No olvidemos los agresivos cánticos de nuestras siempre creativas barras bravas.
Seguramente le ha pasado. O quizás no. Para no generalizar, voy a hablar a título personal. Tengo amigos que con la misma euforia con la que gritaron el gol de Pablo Armero en el Mundial pueden pasar a “putiar” a los jugadores negros con despectivos comentarios. Se ríen a carcajadas y disfrutan con su creatividad a la hora de insultar. No creo que sean racistas, pero su actitud sólo contribuye a patentar ese racismo tan nuestro, tan colombiano: invisible, silencioso y latente.
A todos aquellos, racistas o no, que ven gracia en el hecho de insultar a los jugadores negros, una respetuosa observación (desde el fútbol, para no darle lecciones de moral o de educación que claramente hicieron falta en su hogar). Sin los jugadores negros, Colombia no existiría en lo futbolístico. En la imagen sólo caben 8, pero le podría enumerar 100, 200, 300 jugadores negros que han hecho parte esencial de la historia de Colombia.
La próxima vez que escuche a alguien insultando o burlándose de un jugador negro, sienta lástima por esa persona ignorante que desconoce no sólo la historia de su propio pais, sino también, la historia de su fútbol.
Ahora le pregunto. ¿Ha usted estado en situaciones donde se evidencie racismo contra jugadores negros?
Yo creo que si hay un problema pero que da pereza hablar de él. El racismo latente en Colombia es una realidad reflejada por esa triste aceptación de verlo, desde el fútbol, como algo que se hace “molestando”. Jorge Perdomo, Presidente de la Dimayor, afirmó hace poco que el racismo futbolero en Colombia son “voces solitarias”: le doy parcialmente la razón. Basta con ir al estadio para, si o si, estar rodeado de alguien que se divierte insultando a los jugadores negros. No falta. No olvidemos los agresivos cánticos de nuestras siempre creativas barras bravas.
Seguramente le ha pasado. O quizás no. Para no generalizar, voy a hablar a título personal. Tengo amigos que con la misma euforia con la que gritaron el gol de Pablo Armero en el Mundial pueden pasar a “putiar” a los jugadores negros con despectivos comentarios. Se ríen a carcajadas y disfrutan con su creatividad a la hora de insultar. No creo que sean racistas, pero su actitud sólo contribuye a patentar ese racismo tan nuestro, tan colombiano: invisible, silencioso y latente.
A todos aquellos, racistas o no, que ven gracia en el hecho de insultar a los jugadores negros, una respetuosa observación (desde el fútbol, para no darle lecciones de moral o de educación que claramente hicieron falta en su hogar). Sin los jugadores negros, Colombia no existiría en lo futbolístico. En la imagen sólo caben 8, pero le podría enumerar 100, 200, 300 jugadores negros que han hecho parte esencial de la historia de Colombia.
La próxima vez que escuche a alguien insultando o burlándose de un jugador negro, sienta lástima por esa persona ignorante que desconoce no sólo la historia de su propio pais, sino también, la historia de su fútbol.
Ahora le pregunto. ¿Ha usted estado en situaciones donde se evidencie racismo contra jugadores negros?