
Lo voy a decir claro, desde el principio: lo que hizo la hinchada de Nacional en el juego contra América, con el tema de los fantasmas me causó mucha gracia. No soy hincha verdolaga ni escarlata, lejos de eso, mis amores, como sabrán los más asiduos lectores, son para el rojo bogotano. Pero me causó gracia y no me uno a las voces, todo lo contrario, que piden severas sanciones para la tribuna de Nacional, porque me parece que ese acto en particular está dentro del folklore futbolístico.
Si usted no es capaz de soportar una cargada futbolística, usted fracasó como hincha; si usted nunca ha sido víctima/victimario de una montada en el colegio/universidad/oficina por razones del fútbol, no sabe de lo que se ha perdido; si usted reacciona violentamente ante una cargada, usted no es un hincha, o sí, es un hincha de la hinchada.
Hay una moda, en el marco de la dictadura de lo políticamente correcto, por blanquear el fútbol, por despojarlo de sus raíces populares. Entonces se quiere multar a quien putee en un estadio, a quien cargue al rival. Vaya tontería querer desnaturalizar este juego como una expresión popular que tiene su propio folklore.
Ojo, no defiendo a quienes cruzan el límite de la cargada, del cántico, del trapo ingenioso. Los que agreden a otro por llevar una camiseta de un color diferente, los que inciten a la violencia o a cualquier clase de discriminación deben ser severamente castigados. Pero lo de los hinchas de Nacional es meramente un gesto que le recuerda al rival un hecho deportivo.
Hay que aprender a reírnos de sí mismos. Ya tendrán revancha los americanos para desquitarse, con algún tifo o trapo, de la hinchada de nacional. Nada de esto hay que tomárselo tan en serio, se los dice un hincha cardenal que creció entre la década de los 90 y la del 2000, justo cuando mi equipo deambulaba entre la mediocridad deportiva y administrativa; yo que fui objeto de toda clase de mofas y chistes malos, sé lo que es vivir en carne propia esa situación; ahora que mi equipo pasa por una buena época siempre recuerdo a quienes me la montaron y siempre les hago saber de los triunfos cardenales.
Si usted no es capaz de soportar una cargada futbolística, usted fracasó como hincha; si usted nunca ha sido víctima/victimario de una montada en el colegio/universidad/oficina por razones del fútbol, no sabe de lo que se ha perdido; si usted reacciona violentamente ante una cargada, usted no es un hincha, o sí, es un hincha de la hinchada.
Hay una moda, en el marco de la dictadura de lo políticamente correcto, por blanquear el fútbol, por despojarlo de sus raíces populares. Entonces se quiere multar a quien putee en un estadio, a quien cargue al rival. Vaya tontería querer desnaturalizar este juego como una expresión popular que tiene su propio folklore.
Ojo, no defiendo a quienes cruzan el límite de la cargada, del cántico, del trapo ingenioso. Los que agreden a otro por llevar una camiseta de un color diferente, los que inciten a la violencia o a cualquier clase de discriminación deben ser severamente castigados. Pero lo de los hinchas de Nacional es meramente un gesto que le recuerda al rival un hecho deportivo.
Hay que aprender a reírnos de sí mismos. Ya tendrán revancha los americanos para desquitarse, con algún tifo o trapo, de la hinchada de nacional. Nada de esto hay que tomárselo tan en serio, se los dice un hincha cardenal que creció entre la década de los 90 y la del 2000, justo cuando mi equipo deambulaba entre la mediocridad deportiva y administrativa; yo que fui objeto de toda clase de mofas y chistes malos, sé lo que es vivir en carne propia esa situación; ahora que mi equipo pasa por una buena época siempre recuerdo a quienes me la montaron y siempre les hago saber de los triunfos cardenales.