
Hoy nos parece normal ver al Arsenal jugar sin casi ingleses o ver al Inter saltar al terreno sin ningún italiano… pero no siempre fue asi.
Erase una vez un continente lleno de países en donde abundaban los jugadores talentosos: Europa. Si bien estos países estaban ligados en una unión política (en aquel entonces la Comunidad Europea) la realidad es que en el futbol prevalecía una regla:
Solo tres jugadores comunitarios (o sea de la Comunidad Europea) podían sumarse al plantel de jugadores de un equipo europeo en cuestión.
En otras palabras, un equipo francés solo podía contar con tres jugadores europeos que no fueran franceses.
En algunos países había otra regla también: un club podía exigir que le pagaran y controlar el destino de un jugador así este estuviera en su último año de contrato.
En este marco surge nuestro héroe: Jean Marc Bosman. Discreto jugador belga, Bosman llega al final de su contrato en 1990 con el RFC Liege. El club le ofrece una renovación que el jugador rechaza, alegando que le ofrecían un salario inferior.
Surge un cliente, el club francés de Dunkerke. El negocio estaba hecho, pero a última hora el Dunkerke se rehúsa a pagar la suma que le exige el equipo belga por un jugador al cual solo le quedan unos meses de contrato.
Todo se frustra, y Bosman es enviado a entrenar con las inferiores. El Belga, contrariado, decide llevar su caso a la justicia europea, sin saber que en el proceso estaba a punto de hacer historia. Era un caso sin precedente: se sometía a la todapoderosa UEFA a la justicia ordinaria.
En 1995 la sentencia es contundente: el sistema de la UEFA violenta el principio de la libre circulación de los trabajadores en el marco de la Comunidad Europea.
El fallo es inapelable: desde entonces la noción de “jugador comunitario” coge todo su esplendor.
- Un equipo europeo puede tener a cuantos jugadores comunitarios (de la Comunidad europea, hoy de la unión europea) desee, dándole un real sentido al hecho de tener un pasaporte europeo.
- Cuando los jugadores entran en su último año de contrato, en particular los últimos 6 meses, ellos son libres de aceptar cualquier oferta que les llegue y el club no puede exigir ni bloquear el traspaso.
Desde entonces, todo cambió . Los grandes equipos confeccionaron sublimes equipos de una mezcla de lo mejor de Europa, agregándole ahora los famosos “extra-comunitarios” (Sudamerica, Africa etc…)
La otra cara de la moneda es que para muchos la sentencia Bosman fue un duro golpe para la identidad de las diferentes ligas: un poco lo que se hoy en día, en donde el Newcastle inglés sale a jugar con 8 franceses y tres argentinos, o el Arsenal que hace unas temporadas atrás jugó sin ningún jugador inglés.
Pero si el futbol ha de reflejar la realidad de la sociedad, la sentencia Bosman fue claramente un paso adelante. Y una lección de humildad para la UEFA, que se vio sometida a la justicia
Erase una vez un continente lleno de países en donde abundaban los jugadores talentosos: Europa. Si bien estos países estaban ligados en una unión política (en aquel entonces la Comunidad Europea) la realidad es que en el futbol prevalecía una regla:
Solo tres jugadores comunitarios (o sea de la Comunidad Europea) podían sumarse al plantel de jugadores de un equipo europeo en cuestión.
En otras palabras, un equipo francés solo podía contar con tres jugadores europeos que no fueran franceses.
En algunos países había otra regla también: un club podía exigir que le pagaran y controlar el destino de un jugador así este estuviera en su último año de contrato.
En este marco surge nuestro héroe: Jean Marc Bosman. Discreto jugador belga, Bosman llega al final de su contrato en 1990 con el RFC Liege. El club le ofrece una renovación que el jugador rechaza, alegando que le ofrecían un salario inferior.
Surge un cliente, el club francés de Dunkerke. El negocio estaba hecho, pero a última hora el Dunkerke se rehúsa a pagar la suma que le exige el equipo belga por un jugador al cual solo le quedan unos meses de contrato.
Todo se frustra, y Bosman es enviado a entrenar con las inferiores. El Belga, contrariado, decide llevar su caso a la justicia europea, sin saber que en el proceso estaba a punto de hacer historia. Era un caso sin precedente: se sometía a la todapoderosa UEFA a la justicia ordinaria.
En 1995 la sentencia es contundente: el sistema de la UEFA violenta el principio de la libre circulación de los trabajadores en el marco de la Comunidad Europea.
El fallo es inapelable: desde entonces la noción de “jugador comunitario” coge todo su esplendor.
- Un equipo europeo puede tener a cuantos jugadores comunitarios (de la Comunidad europea, hoy de la unión europea) desee, dándole un real sentido al hecho de tener un pasaporte europeo.
- Cuando los jugadores entran en su último año de contrato, en particular los últimos 6 meses, ellos son libres de aceptar cualquier oferta que les llegue y el club no puede exigir ni bloquear el traspaso.
Desde entonces, todo cambió . Los grandes equipos confeccionaron sublimes equipos de una mezcla de lo mejor de Europa, agregándole ahora los famosos “extra-comunitarios” (Sudamerica, Africa etc…)
La otra cara de la moneda es que para muchos la sentencia Bosman fue un duro golpe para la identidad de las diferentes ligas: un poco lo que se hoy en día, en donde el Newcastle inglés sale a jugar con 8 franceses y tres argentinos, o el Arsenal que hace unas temporadas atrás jugó sin ningún jugador inglés.
Pero si el futbol ha de reflejar la realidad de la sociedad, la sentencia Bosman fue claramente un paso adelante. Y una lección de humildad para la UEFA, que se vio sometida a la justicia