
Imagínese no tener un país. Ser parte de una diáspora de millones de personas fragmentada en una región hostil y autoritaria. Soñar con una independencia, con una bandera, con un himno que no se reconocen oficialmente. No le estoy hablando de los catalanes. Déjeme contarle la Pincelada más significativa que he escrito en 5 años.
Los kurdos son un grupo étnico ubicado en su mayoría en la región de Kurdistán que se funde en las fronteras de Irak, Turquía, Irán y Siria. Se estima que forman una diaspora de alrededor de 35 millones. Vienen aspirando a una mayor autonomía desde hace décadas con varios grupos militantes en pro de una independencia. Los kurdos no tienen un país. No tienen un pasaporte. No tienen una selección. Por ello es que lo que sigue es tan hermoso y relevante.
En 2004, un grupo de immigrantes kurdos encontró refugio en Suecia. Futboleros, decidieron armar su propio equipo para a través de la pelota crear un tejido social que les permitiera mejorar sus condiciones de vida. Lo bautizaron “DalKurd FF” y adoptaron los colores de la bandera kurda dejando muy claro sus orígenes.
En 2005, el proyecto coge vuelo. No son sectarios: tienen jugadores suecos también. Logran inscribirse en la séptima división sueca. Son en su mayoría immigrantes y refugiados. Trabajan como meseros, aseadores, vigilantes pero en su corazón se sienten jugadores de esa esquiva Selección Nacional de Kurdistán.
Para 2010… ¡ya han escalado cuatro peldaños! En la tercera división, se dan cuenta de que todo es posible. De que el fútbol, la pelota, ella, no discrimina. De que un grupo de refugiados e inmigrantes pueden hacer historia. De que en la vieja europa racista y de derecha, ellos están demostrando la valía de la inmigración y de los refugiados, defendiéndola en el terreno de juego. Cuando miran a las tribunas, empiezan a ver que ya tienen hinchas suecos: su coraje esta contagiando.
En 2016, ascendieron a la segunda división. Para ese entonces, el equipo no lo compró un grupo de jeques o de rusos: lo compró un grupo de kurdos que empezaron a ver el potencial del proyecto. Kurdistán no tiene una selección nacional, pero el DalKurd FF puede ser ese equipo. Un equipo en Suecia con más de 35 millones de hinchas kurdos en el mundo.
Amigo, el pasado 28 de octubre de 2017, el DalKurd FF logró el ascenso a la primera división del fútbol sueco. En el fútbol se suele llorar, y las emociones no se deben jerarquizar, pero todo lo que lloraron jugadores e hinchada es difícil de explicar. Lo más hermoso es quizás ver hinchas suecos del Dalkurd FF, monitos y blanquitos, saltando de la felicidad. Uno no escoge de quién se enamora.
Es algo sin precedentes. Como todo en la vida, empieza por una visión.
Uno de los fundadores del club la precisó, ahora que están en primera.
“Cuando fundamos el club, teníamos una meta a largo a plazo, un sueño. Soñábamos con que algún día nuestro DalKurd FF de Suecia se enfrentara a algún club turco en una competición europea. Enfrentaríamos a los Turcos (que no nos reconocen) con nuestra hermosa bandera kurda en un terreno de juego, con nuestros nombres kurdos. Ganarle a Fenerbahce o Galatasaray siendo kurdos. Nunca me rendiré hasta vivir eso.”
Y lo lograrán.
Y en mí, tienen un hincha más. No me jodan más con que uno tiene que ser hincha del equipo de su ciudad de nacimiento. El fútbol enamora también por lo que implica socialmente: por la lucha, sacrificio y valores de quienes entienden este deporte como una manera de existir.
Grande, DalKurd FF.
Epílogo: El Dalkurd FF afronta presiones políticas para encontrar su nuevo estadio que lo avale para jugar en la Primera División. Seguirán luchando. La causa independentista kurda sigue enredada: el pasado 27 de septiembre, en Irak, los kurdos de esa región votaron su independencia como los catalanes, con un 93% de aprobación. El gobierno no lo reconoció.
Los kurdos son un grupo étnico ubicado en su mayoría en la región de Kurdistán que se funde en las fronteras de Irak, Turquía, Irán y Siria. Se estima que forman una diaspora de alrededor de 35 millones. Vienen aspirando a una mayor autonomía desde hace décadas con varios grupos militantes en pro de una independencia. Los kurdos no tienen un país. No tienen un pasaporte. No tienen una selección. Por ello es que lo que sigue es tan hermoso y relevante.
En 2004, un grupo de immigrantes kurdos encontró refugio en Suecia. Futboleros, decidieron armar su propio equipo para a través de la pelota crear un tejido social que les permitiera mejorar sus condiciones de vida. Lo bautizaron “DalKurd FF” y adoptaron los colores de la bandera kurda dejando muy claro sus orígenes.
En 2005, el proyecto coge vuelo. No son sectarios: tienen jugadores suecos también. Logran inscribirse en la séptima división sueca. Son en su mayoría immigrantes y refugiados. Trabajan como meseros, aseadores, vigilantes pero en su corazón se sienten jugadores de esa esquiva Selección Nacional de Kurdistán.
Para 2010… ¡ya han escalado cuatro peldaños! En la tercera división, se dan cuenta de que todo es posible. De que el fútbol, la pelota, ella, no discrimina. De que un grupo de refugiados e inmigrantes pueden hacer historia. De que en la vieja europa racista y de derecha, ellos están demostrando la valía de la inmigración y de los refugiados, defendiéndola en el terreno de juego. Cuando miran a las tribunas, empiezan a ver que ya tienen hinchas suecos: su coraje esta contagiando.
En 2016, ascendieron a la segunda división. Para ese entonces, el equipo no lo compró un grupo de jeques o de rusos: lo compró un grupo de kurdos que empezaron a ver el potencial del proyecto. Kurdistán no tiene una selección nacional, pero el DalKurd FF puede ser ese equipo. Un equipo en Suecia con más de 35 millones de hinchas kurdos en el mundo.
Amigo, el pasado 28 de octubre de 2017, el DalKurd FF logró el ascenso a la primera división del fútbol sueco. En el fútbol se suele llorar, y las emociones no se deben jerarquizar, pero todo lo que lloraron jugadores e hinchada es difícil de explicar. Lo más hermoso es quizás ver hinchas suecos del Dalkurd FF, monitos y blanquitos, saltando de la felicidad. Uno no escoge de quién se enamora.
Es algo sin precedentes. Como todo en la vida, empieza por una visión.
Uno de los fundadores del club la precisó, ahora que están en primera.
“Cuando fundamos el club, teníamos una meta a largo a plazo, un sueño. Soñábamos con que algún día nuestro DalKurd FF de Suecia se enfrentara a algún club turco en una competición europea. Enfrentaríamos a los Turcos (que no nos reconocen) con nuestra hermosa bandera kurda en un terreno de juego, con nuestros nombres kurdos. Ganarle a Fenerbahce o Galatasaray siendo kurdos. Nunca me rendiré hasta vivir eso.”
Y lo lograrán.
Y en mí, tienen un hincha más. No me jodan más con que uno tiene que ser hincha del equipo de su ciudad de nacimiento. El fútbol enamora también por lo que implica socialmente: por la lucha, sacrificio y valores de quienes entienden este deporte como una manera de existir.
Grande, DalKurd FF.
Epílogo: El Dalkurd FF afronta presiones políticas para encontrar su nuevo estadio que lo avale para jugar en la Primera División. Seguirán luchando. La causa independentista kurda sigue enredada: el pasado 27 de septiembre, en Irak, los kurdos de esa región votaron su independencia como los catalanes, con un 93% de aprobación. El gobierno no lo reconoció.