
El Mundial de España 82 tenía a varios debutantes, entre ellos a Kuwait, país árabe de Asia del Oeste. El hecho es que las autoridades de este país se tomaron muy en serio la participación de su selección y a manera de refuerzos mandaron una corte de Jeques y demás representantes para que cobijaran a su equipo y les ayudaran en su estadía. Tan así, que llevaron hasta a un camello, talismán de buena suerte.
El destino les guardaba un grupo difícil: Francia, Inglaterra y Checoslovaquia. Kuwait empezó empatando valientemente contra la entonces Checoslovaquia. Optimistas tras este buen resultado, se enfrentaban a una de las selecciones favoritas del torneo: la Francia de Platini.
Los galos eran superiores y faltando media hora ganaban serenamente 3-1… pero es aquí donde se produce un hecho sin precedentes.
Los franceses van por más y logran gestar una opción de gol. De la nada, se oye un silbido claro, pero el árbitro indica que jueguen, manifestando así que no ha sido él. Dentro de la confusión, Giresse aprovecha y marca el cuarto gol, el cual es convalidado por el árbitro. Francia se ponía arriba 4-1.
Sin embargo, el Jeque Fahid Al Hamed de Kuwait, presidente de esta Federación, decide hacer justicia por su propia cuenta. Tras este gol, ordena a su selección que se retire del partido. En un ambiente confuso y caótico, decide dejar su palco de honor para entrar al terreno de juego. Increíblemente, la seguridad lo deja entrar como si nada. El Jeque encara e increpa al árbitro en frente de todo el mundo futbolero que presencia a través de la transmisión los hechos. Los franceses no lo pueden creer y su técnico Michel Hidalgo es empujado varias veces por el equipo de seguridad español mientras el Jeque yace intocable en el terreno intimidando al árbitro.
El desenlace es grotesco pero con algo de ironía. El árbitro, tras las amenazas del Jeque, en una decisión sin precedentes, decide anular el cuarto gol de Francia. Más tranquilo, nuestro amigo árabe se devuelve a las tribunas.
Pero los franceses como para no quedarse con la espinita igual vuelven a marcar otro gol para sentenciar así el partido 4-1.
El destino les guardaba un grupo difícil: Francia, Inglaterra y Checoslovaquia. Kuwait empezó empatando valientemente contra la entonces Checoslovaquia. Optimistas tras este buen resultado, se enfrentaban a una de las selecciones favoritas del torneo: la Francia de Platini.
Los galos eran superiores y faltando media hora ganaban serenamente 3-1… pero es aquí donde se produce un hecho sin precedentes.
Los franceses van por más y logran gestar una opción de gol. De la nada, se oye un silbido claro, pero el árbitro indica que jueguen, manifestando así que no ha sido él. Dentro de la confusión, Giresse aprovecha y marca el cuarto gol, el cual es convalidado por el árbitro. Francia se ponía arriba 4-1.
Sin embargo, el Jeque Fahid Al Hamed de Kuwait, presidente de esta Federación, decide hacer justicia por su propia cuenta. Tras este gol, ordena a su selección que se retire del partido. En un ambiente confuso y caótico, decide dejar su palco de honor para entrar al terreno de juego. Increíblemente, la seguridad lo deja entrar como si nada. El Jeque encara e increpa al árbitro en frente de todo el mundo futbolero que presencia a través de la transmisión los hechos. Los franceses no lo pueden creer y su técnico Michel Hidalgo es empujado varias veces por el equipo de seguridad español mientras el Jeque yace intocable en el terreno intimidando al árbitro.
El desenlace es grotesco pero con algo de ironía. El árbitro, tras las amenazas del Jeque, en una decisión sin precedentes, decide anular el cuarto gol de Francia. Más tranquilo, nuestro amigo árabe se devuelve a las tribunas.
Pero los franceses como para no quedarse con la espinita igual vuelven a marcar otro gol para sentenciar así el partido 4-1.